Miércoles,
27 de agosto de 1980
Esta mañana me he levantado a las siete
de la mañana. Me duché por postrera vez en Nicaragua, desayuné, sobre las nueve
me preparé y cerré definitivamente las maletas. A las diez de la mañana me fue
a llevar don Manuel al aeropuerto. Me acompañaron Fausto, brigadista que estuvo
con Ángela, ésta, Floreslinda y Ruth, la hija de don Manuel. Sobre las once de
la mañana se fueron. Después llegaron Ruth y Xiomara, brigadistas de Santa
Celia. Cuando yo llegué ya estaba Paco con Marta, Danilo y Patricia.
A la una menos diez de la tarde salió el
vuelo después de hacer los trámites reglamentarios; hizo escala en Santo
Domingo a las tres y veinte de la tarde, hora nica; cinco y veinte, hora local
por la tarde. A las cinco menos cuarto de la tarde, hora nica, siete menos
cuarto de la tarde, hora local, salió de Santo Domingo el "Costa de la Luz ”, y sobre las siete,
hora de Santo Domingo nos cogió la noche.
En estos momentos en que esto escribo nos
encontramos, supongo, en medio del Atlántico, pues el reloj me marca las nueve
de la noche de Nicaragua; las once de la noche de Santo Domingo del día veintisiete
de agosto, y las cinco de la madrugada de España del día veintiocho de agosto.
Dentro de poco más de tres horas, si Dios quiere, tocaremos tierra española. La
temperatura exterior a que nos encontramos es de treinta y nueve grados y medio
bajo cero. En temperatura sobre cero, a treinta y un grados nos encontrábamos
en Santo Domingo, con clima húmedo.
Y partimos para España. Toda una epopeya
quedó atrás, atrás Pochomil, la
Boquita (junto al mar del Sur, océano Pacífico), Granada, el
Gran Lago (Cocibolca a las faldas del Mombacho), atrás un León nunca visto,
Nueva Segovia deseada, Costa Atlántica intrigante, atrás Rivas (tumba de
Gaspar), Carazo, Chontales (Julia juigalpeña), Río San Juan, Madriz... Hacia
Madrid íbamos. Atrás la selvática Matagalpa, perla del Septentrión, atrás San
Ramón, el camino de Matiguás, la cuesta de Yúcul, (cargado con parihuelas); El
Cantón y Santa Celia. Atrás Managua, Riguero, las Colinas, Nicarao, Ciudad
Sandino, Linda Vista y Altagracia. Atrás el Teatro de Rubén Darío, la Plaza 19 de Julio y el
Palacio Nacional. Atrás Masaya histórica y volcánica, Monimbó típico, Asososca,
Jiloá, Tiscapa o Xolotlán. Atrás el rutauno, el rutasiete, rutaonce y
rutatrece. Atrás el pegajoso calor y la lluvia torrencial; atrás la milpa, el
algodón y el cafetal, atrás el gallopinto, el vigorón y el nacatamal, atrás
chabolas de tablas y cabañas de palmeras, atrás los congos chillones y los
tórzalos dañinos, atrás las letras de molde de Nuevo Diario, La Prensa y Barricada,
atrás en fin, el aeropuerto Augusto César Sandino.
Una etapa de mi vida se consumió en esta
tierra en la cual dejé y de la cual me llevé muchos recuerdos. Pero sobre todo
obtuve una hermosa experiencia: que a la gente no se la puede conquistar con
armas ni con imposiciones, sino a base de derrochar amor, amistad,
compañerismo, fraternidad. Habíamos ido a alfabetizar y al final conseguimos un
bagaje de amigos. Amigos del campo, que lloraron en nuestra despedida, amigos
de la ciudad que guardan grabada nuestra voz como reliquia, amigos que lo que
más precian es precisamente la amistad.
El avión despega rumbo a España. Atrás
quedó la obra. Don Tingo, Amanda, don Daniel (sea fuerte, coño), Mencho, Vero,
Adela, Javier, Eli, doña Blanca, don Alejandro (cuque), don Camilo; don
Enrique, don Amado; Socorro, Danilo, Patricia, Marta (ni quiera la araña
peluda); Xiomara la indestacada (pobres potitos gerber) y Ruth la malvada
(malvado Chilo); Julia sin sonrisita (sonríe, por favor) y Luz Marina la
chaparrita (recuerdos a Lipe); doña Elba, Bayardo, Elba, Ada, Marta, Iovania y
Anay (que no llegué a ver); Elvira, Ana Rosa, Lesbia, Gamaliel, Salvador,
Richard y Allan.
Loli, doña Auxilio, Lilí la parlanchina;
don Manuel (cuide la cinta de Rubén), Ruth (camino de Los Ángeles), Ángela
(¿donde está el macuá?) y Margot; María, Pancho (¿que tal por Panamá?), la
doña, Maria Elena, Conny, Cándida, Mario, Ligia, Miguel, doña Lesbia, Ceci y
Marlig (chocho, Marlig), fueron unos pocos de los que conocí y traté.
Conocí a Tunnermann, a Borges, a Dora
Maria Téllez (comandante Dos); a todos os digo adiós. Pero, que digo adiós,
hasta siempre.
Don Daniel, Ángela, Julia y Luz Marina;
en vosotros que desde distintas posiciones representáis el alma y el futuro de
una raza, descargo con el corazón un “HASTA SIEMPRE, NICARAGUA”.
Avión "Costa de la Luz". Crédito de la foto: Javier Rodríguez. |
Muy chula y emotiva la despedida. Y ahora que? Hablamos con Garcia Breso para que inicie, como dijo, el libro de nuestra experiencia? los dos lo podrias hacer muy bien. Siempre tendrias mi ayuda de coordinacion y aliento y toda la colaboracionj , para aportar datos, de todos los que estuvieron en el encuentro de Valencia 2012.
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