(SENSACIONES DEL ALMA)
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EN LA PUREZA QUE EL AIRE DE LA MONTAÑA ENCIERRA
En la pureza que
el aire de la montaña encierra,
Dejo vagar libre
a mi penoso pensamiento,
Libre y puro,
como pura es esta tierra,
Árido erial de
la zona en que me encuentro.
Y me paro a
pensar, en soledad indefinida,
En el eterno
problema que corroe mi triste alma.
Un problema que
lo fue durante toda mi vida,
Una guerra sin
tregua entre tempestad y calma.
Y medito, y
medito en la árida montaña,
Más cerca, mucho
más cerca del empíreo cielo,
Alejado del
ruido mundanal que en las entrañas
Lleva orgulloso
el, para mí, maldito suelo.
Y medito del
problema que, eterno, me atormenta.
El problema que
me hace dudar de la verdad.
En esta árida
montaña que a mi cuerpo asienta,
Busco, libre de
prejuicios, la felicidad.
La he buscado
mucho tiempo, y aún la sigo buscando,
Ha habido
ocasiones que la tuve entre mis manos,
Como las olas
del mar, hace tiempo fue vagando,
Tan pasajera es,
que en ella todo es en vano.
Pero no sé qué
encanto primordial ella tiene,
Que me hace
hasta hervir la sangre entre las venas,
Un profundo
dolor que suavemente me viene,
Me causa su
ausencia, cuando parte serena.
Pero no es el
dolor un motivo de olvido.
Es más bien un
recuerdo perpetuo de amor.
Por ello es que
la quiero y la busco escondido,
Y que otro se la
encuentre me causa temor.
Deseo
ardientemente que ella esté conmigo,
No sé donde se
halla, el mundo es infinito.
Ella es cuanto
anhelo, deseo ser su amigo,
Por ello es que
la busco, y comienzo en lo finito.
De todo cuanto
supone una eterna ansiedad,
Toda mi vida ha
estado impregnada de amor.
Ansia eterna en
mi vida es la felicidad
El que otro la
conquiste, ¿no causa dolor?
He vertido el
veneno que había en mis entrañas,
La pureza del
aire llenó el vacío rincón.
Mi pensamiento
ha vagado libre en la montaña,
Y, al fin, la
felicidad llegó a mi corazón.
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