Finalizamos las entradas del presente año, con un poema del más inmortal de los vates nicaragüenses, Rubén Darío, recogido de la serie “El año lírico”, incluido en su libro “Azul…”, poema de reflexión muy acorde con las fechas en que estamos.
PENSAMIENTOS DE OTOÑO
(De Armand Silvestre.)
Huye el año a su término
como arroyo que pasa,
llevando del Poniente
luz fugitiva y pálida.
Y así como el del pájaro
que triste tiende el ala,
el vuelo del recuerdo
que al espacio se lanza
languidece en lo inmenso
del azul por do vaga.
Huye el año a su término
como arroyo que pasa.
Un algo de alma aun yerra
por los cálices muertos
de las tardes volúbiles
y los rosales trémulos.
Y de luces lejanas
al hondo firmamento,
en alas del perfume
aún se remonta un sueño.
Un algo de alma aun yerra
por los cálices muertos.
Canción de despedida
fingen las fuentes turbias.
Si te place, amor mío,
volvamos a la ruta,
que allá en la primavera
ambos, las manos juntas,
seguimos, embriagados
de amor y de ternura,
por los gratos senderos
do sus ramas columpian
olientes avenidas
que las flores perfuman.
Canción de despedida
fingen las aguas turbias.
Un cántico de amores
brota mi pecho ardiente
que eterno abril fecundo
de juventud florece.
¡Que mueran, en buen hora
los bellos días! Llegue
otra vez el invierno;
renazca áspero y fuerte.
Del viento entre el quejido,
cual mágico himno alegre,
un cántico de amores
brota mi pecho ardiente.
Un cántico de amores
a tu sacra beldad,
¡mujer, eterno estío,
primavera inmortal!
Hermana del ígneo astro
que por la inmensidad
en toda estación vierte
fecundo y sin cesar,
de su luz esplendente
el dorado raudal.
Un cántico de amores
a tu sacra beldad,
¡mujer, eterno estío,
primavera inmortal!
(Rubén Darío: Azul…)
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