¡Granada de América! Tan señorial, tan atractiva, a orillas del
Cocibolca. Tan distinta, pese al nombre, de aquella Granada hispánica a orillas
del Sacromonte. Para la sangre árabe la belleza es india; para el exotismo
hispano la belleza es árabe. Mirad, si no, la Alhambra. Siglos
de historia gitana bajo sus murallas, en Albaicín y Sacromonte (cuna del
pasodoble y ciudad de los gitanos); siglos de mágico encanto entre tus paredes
embrujadas, fuentes de cristal murmurante bajo los sauces del Generalife; y al
fondo, sobre tus murallas, siglos de nívea blancura, perenne y perpetua, en lo
alto del Veleta. Árabe Granada, tierra soñada por mí. Abajo, el Genil sobre la
vega. Y al fondo, la
Serranía.
Neohispánica Granada, también tierra soñada por mí. ¡Quién pudiera
residir en esa fértil tierra de tiburones internos!
Perdiste la capitalidad, extasiada como estabas a orillas del
Cocibolca, en la ladera del Mombacho, contemplando tu eterno pequeño mar dulce,
tu imponente lago salpicado de paradisíacas islas: Ometepe, Solentiname...
Me embarqué, cómo no, en tus aguas, para contemplar más de
cerca tus islas, y bordear esas perlas cultivadas, botones esparcidos de tu
geografía ancestral.
Hice un pequeño viaje de recreo por el país de los tiburones,
obteniendo una geográfica visión de la plenitud virgen del trópico, divisada en
todo su esplendor desde una barca (era su nombre “El Rosario”, o tal vez “Santa
Marina”); y continué realizando una comida, ni urbanística, ni campestre, ni
marítima, bajo techado, en el campo, junto al lago.
Después, un regreso al interior, a la Granada del parque y la
catedral; a la Granada
de las diligencias de caballos con cascabeles; a la Granada de húngaros
pidiendo un mísero chelín, churumbeles sin maíz; a la Granada del pudiente a la
caza del dólar, en el parque junto a la catedral; a la Granada del cuartel
colonial...
Neófita Granada, de raigambre hispánica, tan cerca y tan lejos de tu
vieja patria, cuida de las joyas que llevan tus entrañas, bajo el Mombacho,
junto a tu lago, en tus piedras blancas. Es el lago una joya en tu seno, dulce Granada de capitalidad frustrada, bella
Granada, tierra soñada por mí. Quisiera prometerte que volveré, como hijo
pródigo, a disfrutar del Gran Lago, a tus entrañas de nueva madre, en tu
pequeño mar dulce, linda Granada.
Islas en el lago de Nicaragua (Granada)
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