lunes, 29 de abril de 2013

ITINERARIO VITAL: ATARDECER DE OTOÑO





(CICLO DEL AMOR Y DEL OLVIDO: ORTO)

2
ATARDECER DE OTOÑO

Quise conocer en mi fogosa adolescencia
El agridulce, néctar e hiel, sabor del beso.
Tarde fría de otoño. Mi corazón, ardiente.
Fluye a mis labios hiel y néctar del deseo.
Éramos uno. Ella y yo confundidos
En una esencia, dos materias, un anhelo.
Éramos uno. Bajo el cielo infinito
Percibíamos la brisa junto al rumor del viento.
Éramos uno. Ella y yo confundidos.
Yo buscaba la hiel y ella el néctar del beso.
Fue en un día de otoño. La tarde ya caía.
Mi corazón, ardiente, no percibía el eco.
Estábamos confundidos bajo una misma esencia.
Imposible separar del otro al uno primero.
Antes, ella era hiel y yo era el néctar.
Pero nos confundimos y en esencia uno éramos.
Éramos dos materias. En los caducos árboles
Percibíamos ya uno, el rumor del viento.
Sucedió una tarde fría en mi fogosa adolescencia.
Probé, néctar e hiel, el don amargo del beso.

viernes, 26 de abril de 2013

ITINERARIO VITAL: AYER MI VIDA FUE...





(CICLO DEL AMOR Y DEL OLVIDO: ORTO)

1
AYER MI VIDA FUE...

Ayer mi vida fue un constante tormento,
Un continuo sobresalto de maléfico terror,
Mis penas fui juntando una a una hasta ciento,
Y al ver tanta pena junta sentí horror.
Hoy canto porque tengo el corazón contento,
Hoy río porque en mi alma no hay dolor,
Mi canción y mis coplas se las ha llevado el viento,
Mi risa, alegre y diáfana, no ha encontrado amor.
Pero no me importa, que es mustia la vida
Que solo se reduce a penar y a sufrir,
Al diablo mi alma diera por perdida
Si todo en mi es desenfreno o constante morir.
Mi vida ha revolucionado ella entera
Desde hoy, que ha encontrado el placer.
Tal semilla en trasnochada sementera
Dio de fruto un tierno beso de mujer.

martes, 23 de abril de 2013

ARMAS VERSUS LETRAS EN DON QUIJOTE





ARMAS VERSUS LETRAS EN DON QUIJOTE


Cedant arma Togae (Cicerón)
Armis toga cedat (Don Quijote)


"Llegada, pues, la hora, sentáronse todos a una larga mesa, como de tinelo, porque no la había redonda ni cuadrada en la venta, y dieron la cabeza y principal asiento, puesto que él lo rehusaba, a Don Quijote, el cual quiso que estuviese a su lado la señora Micomicoma, pues él era su guardador. Luego se sentaron Luscinda y Zoraida, y frontero dellas don Fernando y Cardenio, y luego el cautivo y los demás caballeros; y al lado de las señoras el cura y el barbero; y así cenaron con mucho contento; y acrecentóseles más viendo que dejando de comer Don Quijote, movido de otro semejante espíritu que el que le movió a hablar tanto como habló cuando cenó con los cabreros, comenzó a decir:
-Verdaderamente, si bien se considera, señores míos, grandes e inauditas cosas ven los que profesan la Orden de la andante caballería. Si no, ¿cuál de los vivientes habrá en el mundo que ahora por la puerta deste castillo entrara y de la suerte que estamos nos viera, que juzgue y crea que nosotros somos quien somos? ¿Quién podrá decir que esta señora que está a mi lado, es la gran reina que todos sabemos, y que yo soy aquel caballero de la Triste Figura que anda por ahí en boca de la fama? Ahora no hay que dudar, sino que esta arte y ejercicio excede a todas aquellas y aquellos que los hombres inventaron, y tanto más se ha de tener en estima cuanto a más peligros está sujeto. Quítenseme de delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas; que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas, o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento o como si no trabajase el ánimo del guerrero, que tiene a su cargo un ejército o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, los designios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo. Siendo, pues, ansí que las armas requieren espíritu como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina; porque aquella intención se ha de estimar en más, que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras (y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo; que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar: hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva, y dar a cada uno lo que es suyo), entender y hacer que las buenas leyes se guarden: fin por cierto generoso y alto y digno de grande alabanza; pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida. Y así las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres, fueron las que dieron los ángeles la noche que fué nuestro día, cuando cantaron en los aires: «Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad»; y la salutación que el mejor Maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favorecidos, fué decirles que cuando entrasen en alguna casa dijesen: «Paz sea en esta casa»; y otras muchas veces les dijo: «Mi paz os doy, mi paz os dejo, paz sea con vosotros»; bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano: joya que sin ella en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mismo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véase cuáles son mayores.
De tal manera y por tan buenos términos iba prosiguiendo en su plática Don Quijote, que obligó a que por entonces ninguno de los que escuchándole estaban le tuviese por loco."

(Don Quijote de la Mancha, parte I, capítulo XXXVII)


viernes, 19 de abril de 2013

EJERCICIOS DE REDACCIÓN: TARDE DE INVIERNO





TARDE DE INVIERNO


Hace frío. Cae la nieve. Hiela. Es invierno.
Los hermosos campos de la llanura, no digamos ya los de la montaña, están vestidos de blanco. La blancura, símbolo de pureza que tanto y tan bien engalana a la novia cuando se acerca al altar, ha recubierto los páramos de la interminable meseta.
Aquí, cerca de mí, se halla una bandada de pájaros que, enloquecidos, vuelan en lontananza hasta perderse en la lejanía, y regresan con una misma y asombrosa velocidad, y es porque el campo, recubierto de esa blancura celestial, que dejaría en un éxtasis arrobador a más de dos y tres poetas, les ha negado el alimento, digamos, cotidiano.
¡También los pajarillos tienen derecho a vivir!
Allá en la lejanía, se ven unos revoltosos chiquillos formando muñecos de nieve, como medio infantil de diversión, pero ésta resulta a veces educativa, ya que alguno de esos pilluelos puede soñar con ser mañana escultor. Otros, más revoltosos aún, forman partidos, como si de políticos se tratase, para lanzarse bolas de la tersa blancura de nieve. Entre estos no falta quien, por haber tenido a la diosa Fortuna en su contra, haya de ir a su hogar con un ojo hinchado.
¡También los pequeñuelos tienen derecho a disfrutar de la vida!
En la altura interminable de este infinito Cosmos, se divisa un cielo blanco; sí, blanco; pero no como la tersa blancura de la nieve, ni como el blanco vestido que engalana a la novia; sino que en él se observa el blanco... ¿qué blanco? El cielo estaba blanco, pero... ¡es tan difícil precisar qué clase de blanco es!
No obstante, contrastando con ese torbellino blanco que, quizás, si dicho torbellino tiene lengua para hablar y alma para sentir, se le pusiera "pesado" a algún romántico poeta hasta hacer que, poéticamente, le describiese; se pueden observar nubecillas, nubarrones para los mal pensados, azules. Sí, un azul de terciopelo de tul o de zafiro hacen su morada, juntamente con el blanco... ¿qué blanco?; en el firmamento lejano.
De una nubecilla de zafiro vi y no sueño, que un rayo, tras haber dejado en la tierra el ronco estampido de su trueno, se venía mansamente a mis pies. Cualquier persona pesimista, si hubiera visto el suceso, que más bien parecía de un proceso astral de la tierra que de un fenómeno atmosférico, hubiera perecido en el acto. Yo, confieso que al principio sentí terror viendo como el rayo se dirigía hacia mí. Después, no sé cómo ni por qué, me fui volviendo romántico, por un momento me sentí poeta y sonreí. Le improvisé este soneto:

El pájaro se halla enloquecido
porque no encuentra un grano que comer.
A tirar unas bolas y correr
el niño se ha marchado distraído.
El páramo ayer triste, gris, sombrío,
se viste hoy de novia virginal,
como fuente, acequia o manantial
que puro hacen que nazca el ancho río.
Del blanco y azul cielo cayó un rayo
que dirigiéndose hacia mí me dijo
algo que aquí callo por honradez.
Le di mis impresiones al buen rayo
me dio sabios consejos como a hijo
y cuando iba a hablarle se me fue.

Momentos después me di cuenta de que el paisaje era distinto. Las impresiones que al misterioso rayo le di se volvieron realidad, y por un momento comprendí que no todo el mundo está a gusto de todos. Los pájaros en esta ocasión se distraían y los chicuelos enloquecían. Cerré los ojos y no quise saber nada más. El día siguiente fue el más triste de mi vida. La nieve había vuelto a caer sobre la estepa, dándole la blancura del día anterior. Hube de resignarme y recordé una estrofa del poeta:

Bendito seas, Señor.
por tu infinita bondad
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad...

¡Conformidad! ¿La tenía yo por ventura?

La Orbada, 1971

miércoles, 17 de abril de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: FIN DE CICLO





Jueves, 28 de agosto de 1980

Escrito en España (Desde el Ter, en el trayecto Madrid - Salamanca)

A las siete menos diez de la mañana, aún en el avión, había cambiado la hora. A las siete y media comenzó a amanecer según me dijo más tarde Paco que iba junto a la ventanilla, aunque yo me enteré a las ocho menos cuarto.
A las ocho y cuarto, como estaba previsto, aterrizamos en el aeropuerto de Barajas, terminando, luego de pasar por la aduana en la que no nos miraron, milagrosamente, las maletas, nuestro ciclo americano. Un nuevo mundo, el antiguo, ya conocido, se abría ante nosotros.
Nos fueron a esperar Juan y Angelines, la hermana de Paco, que nos recogió las maletas en el utilitario Seat 600, que dio honor a su título; atrás quedaron Datsun y Toyotas.
Tuvimos una reunión con el Subsecretario y el Ministro de Educación, señor Otero Novas, y luego fuimos a Navalcarnero a comer a casa de Angelines.
Como yo me empeñara que tenía que llegar esta noche a casa, Juan nos volvió a llevar a Madrid, a la estación del Norte, donde llegamos con veinticinco minutos de tiempo para coger el Ter que partía a Salamanca a las siete y diez de la tarde. Tiene estimada su llegada a Salamanca a las once menos veinticinco de la noche, veremos si es verdad.

Son las diez menos cinco, por la noche ya, y por supuesto, hora española, pues Nicaragua, que se encuentra ahora a las dos de la tarde, ya es un recuerdo.
El vestigio que aún conservamos de Nicaragua son las más de treinta horas de sueño atrasado a causa de un viaje que aún no ha terminado.

FIN

viernes, 12 de abril de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: REGRESO A ESPAÑA





Miércoles, 27 de agosto de 1980

Esta mañana me he levantado a las siete de la mañana. Me duché por postrera vez en Nicaragua, desayuné, sobre las nueve me preparé y cerré definitivamente las maletas. A las diez de la mañana me fue a llevar don Manuel al aeropuerto. Me acompañaron Fausto, brigadista que estuvo con Ángela, ésta, Floreslinda y Ruth, la hija de don Manuel. Sobre las once de la mañana se fueron. Después llegaron Ruth y Xiomara, brigadistas de Santa Celia. Cuando yo llegué ya estaba Paco con Marta, Danilo y Patricia.
A la una menos diez de la tarde salió el vuelo después de hacer los trámites reglamentarios; hizo escala en Santo Domingo a las tres y veinte de la tarde, hora nica; cinco y veinte, hora local por la tarde. A las cinco menos cuarto de la tarde, hora nica, siete menos cuarto de la tarde, hora local, salió de Santo Domingo el "Costa de la Luz”, y sobre las siete, hora de Santo Domingo nos cogió la noche.
En estos momentos en que esto escribo nos encontramos, supongo, en medio del Atlántico, pues el reloj me marca las nueve de la noche de Nicaragua; las once de la noche de Santo Domingo del día veintisiete de agosto, y las cinco de la madrugada de España del día veintiocho de agosto. Dentro de poco más de tres horas, si Dios quiere, tocaremos tierra española. La temperatura exterior a que nos encontramos es de treinta y nueve grados y medio bajo cero. En temperatura sobre cero, a treinta y un grados nos encontrábamos en Santo Domingo, con clima húmedo.

Y partimos para España. Toda una epopeya quedó atrás, atrás Pochomil, la Boquita (junto al mar del Sur, océano Pacífico), Granada, el Gran Lago (Cocibolca a las faldas del Mombacho), atrás un León nunca visto, Nueva Segovia deseada, Costa Atlántica intrigante, atrás Rivas (tumba de Gaspar), Carazo, Chontales (Julia juigalpeña), Río San Juan, Madriz... Hacia Madrid íbamos. Atrás la selvática Matagalpa, perla del Septentrión, atrás San Ramón, el camino de Matiguás, la cuesta de Yúcul, (cargado con parihuelas); El Cantón y Santa Celia. Atrás Managua, Riguero, las Colinas, Nicarao, Ciudad Sandino, Linda Vista y Altagracia. Atrás el Teatro de Rubén Darío, la Plaza 19 de Julio y el Palacio Nacional. Atrás Masaya histórica y volcánica, Monimbó típico, Asososca, Jiloá, Tiscapa o Xolotlán. Atrás el rutauno, el rutasiete, rutaonce y rutatrece. Atrás el pegajoso calor y la lluvia torrencial; atrás la milpa, el algodón y el cafetal, atrás el gallopinto, el vigorón y el nacatamal, atrás chabolas de tablas y cabañas de palmeras, atrás los congos chillones y los tórzalos dañinos, atrás las letras de molde de Nuevo Diario, La Prensa y Barricada, atrás en fin, el aeropuerto Augusto César Sandino.
Una etapa de mi vida se consumió en esta tierra en la cual dejé y de la cual me llevé muchos recuerdos. Pero sobre todo obtuve una hermosa experiencia: que a la gente no se la puede conquistar con armas ni con imposiciones, sino a base de derrochar amor, amistad, compañerismo, fraternidad. Habíamos ido a alfabetizar y al final conseguimos un bagaje de amigos. Amigos del campo, que lloraron en nuestra despedida, amigos de la ciudad que guardan grabada nuestra voz como reliquia, amigos que lo que más precian es precisamente la amistad.
El avión despega rumbo a España. Atrás quedó la obra. Don Tingo, Amanda, don Daniel (sea fuerte, coño), Mencho, Vero, Adela, Javier, Eli, doña Blanca, don Alejandro (cuque), don Camilo; don Enrique, don Amado; Socorro, Danilo, Patricia, Marta (ni quiera la araña peluda); Xiomara la indestacada (pobres potitos gerber) y Ruth la malvada (malvado Chilo); Julia sin sonrisita (sonríe, por favor) y Luz Marina la chaparrita (recuerdos a Lipe); doña Elba, Bayardo, Elba, Ada, Marta, Iovania y Anay (que no llegué a ver); Elvira, Ana Rosa, Lesbia, Gamaliel, Salvador, Richard y Allan.
Loli, doña Auxilio, Lilí la parlanchina; don Manuel (cuide la cinta de Rubén), Ruth (camino de Los Ángeles), Ángela (¿donde está el macuá?) y Margot; María, Pancho (¿que tal por Panamá?), la doña, Maria Elena, Conny, Cándida, Mario, Ligia, Miguel, doña Lesbia, Ceci y Marlig (chocho, Marlig), fueron unos pocos de los que conocí y traté.
Conocí a Tunnermann, a Borges, a Dora Maria Téllez (comandante Dos); a todos os digo adiós. Pero, que digo adiós, hasta siempre.
Don Daniel, Ángela, Julia y Luz Marina; en vosotros que desde distintas posiciones representáis el alma y el futuro de una raza, descargo con el corazón un “HASTA SIEMPRE, NICARAGUA”.


Avión "Costa de la Luz".
              Crédito de la foto: Javier Rodríguez.


miércoles, 10 de abril de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: ÚLTIMO DÍA EN NICARAGUA





Martes, 26 de agosto de 1980

Ultimo día en Nicaragua. Mañana partimos para España. Por la mañana estuvimos de nuevo en el Ministerio.
Después fuimos por el Centro Comercial, compré tres cintas y un disco para Ángela, fuimos después por las Colinas a recoger el pasaporte, estuvimos comiendo en casa de Conny, después me fui a mi casa de Altagracia, donde preparé la maleta, pues mañana parte el avión y escribí el siguiente resumen en 26 de agosto de 1980.

Seis meses en Nicaragua, medio año apartado de los míos, ¿Qué gané? ¿Qué perdí? ¿Qué impresión tengo de Nicaragua?
Perdí treinta libras, eso fue indudable. La montaña fue así de cruel, caminatas a través de ellas hicieron disminuir el peso sensiblemente, aunque supongo que en la última semana en Nicaragua algo habré aumentado, ya veremos cuando lleguemos a España.
Gané nuevas experiencias y algunas amistades que, desgraciadamente, el tiempo y la distancia terminará por borrar. Fue una hermosa experiencia la convivencia con el campesinado nicaragüense, con las brigadistas. El pasado domingo me despedí de Julia y Luz Marina, ¿definitivamente?, en una despedida sencilla y desinteresada, sin lágrimas porque ya conocíamos nuestros papeles.
Comí en casa de Julia, comimos, pues Luz Marina también estuvo, y a media tarde Julia desapareció, ¿para siempre?, en una tarde tropical sin lluvia; el cielo lloró algo antes, y ahora estaba radiante; frente a una farmacia en la Colonia Nicarao en medio del bypass. Vestía Julia un suéter café oscuro, pantalón azul arremangado hasta casi las rodillas y chinelas. Allí desapareció Julia de mi vista en la tarde, cuatro treinta, del trópico.
Hasta siempre, Julia. Dos noches en Nicaragua las pasé mal por ti, pero por ellas te recordaré aún más. La noche del seis de junio la pasé verdaderamente mal, temí por tu vida, por tu endemoniamiento, por la posibilidad de que necesitaras un exorcista. Al día siguiente en la mañana, tu ignorante de todo, y yo llorando de culpabilidad. Julia, te lo dije más de una vez, fuiste la única mujer nica que me hizo llorar en Nicaragua.
Y tú, Luz Marina, tan chaparrita, tan bonita, tan indita, ¿qué puedo decir de ti? Me gustó tu fuerza inquebrantable para llegar al final. Enferma, ¿saber de qué?, con dos bajas en la difícil Cruzada, persististe en llegar al final y llegaste, y junto con Julia, supisteis comprenderme cuando mi vida comenzó a ser triste. Cuando a mi alma la atormentaba la soledad pasé horas felices en vuestra compañía.
Nunca olvidaré tu despedida junto a la camioneta que en raid me llevó hasta Managua, a las ocho y cuarto de la noche, desde tu sencillo barrio, Ciudad Sandino, vestido de gala y de fiesta. Vestías un pantalón azul, zapatos nicas y una camisita azul con colorines, cuando me diste, casi cuatro horas después que Julia, tu último beso, el beso del adiós, en la noche tropical, bella Luz, tan chaparrita, tan bonita, tan indita. Hasta siempre, Luz Marina.

Después en la noche tuvimos una pequeña fiesta de despedida que organizó Ángela en su casa y en la que participaron los vecinos del barrio. Sobre las once de la noche fui a casa de don Manuel, el vecino, y estuve grabando algunos poemas de Rubén Darío. Después regresé a casa de Ángela a dormir. Dormí bien.

lunes, 8 de abril de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: FIESTA EN CIUDAD SANDINO



Domingo, 24 de agosto de 1980

Esta mañana he estado preparando las maletas, terminé sobre las diez menos diez de la mañana. A esa hora me fui a casa de Julia, en la Colonia Nicarao, llegué sobre las doce menos veinte. Sobre las doce y media llegaron Luz Marina y Ena, una amiga de Luz Marina. Estuvimos hasta las cuatro y media de la tarde, más o menos, sobre esa hora me despedí de Julia y le pedí que no fuera al aeropuerto. Después pasamos por la Colonia 10 de Junio a buscar a Ada, la hermana de Luz Marina, pero ya se había ido. Nos fuimos a Ciudad Sandino, donde vive Luz Marina, que tenían fiesta para recibir a los brigadistas. Tuvimos todo el día para hablar de las impresiones de Santa Celia. Vimos, según íbamos hablando, a la familia de Marta y a la de Luz Marina. Estuvimos un rato en el baile, la mamá de Luz me invitó a cenar, y sobre las ocho y diez de la noche nos salimos del baile a buscar el autobús. Pasó una conocida de Luz Marina en raid, que iba a Managua y le hizo raid. Fuimos corriendo y en la camioneta nos despedimos sobre las ocho y veinte de la noche. Tampoco Luz irá al aeropuerto.

Lunes, 25 de agosto de 1980

Sobre las once fue Luis a buscarme, fuimos a casa de Conny; después estuvimos Paco, Luis, Pepe y yo en el Ministerio de Educación hablando con Juan Bautista Arríen, tercero de a bordo en el ministerio. Luego fuimos al mercado oriental. Por la tarde estuve en la Plaza de España a recoger el billete de Iberia, para el vuelo del próximo miércoles. Allí coincidí con Matilde. Después, ella y yo cogimos un taxi y nos vinimos para nuestras casas de Altagracia. Yo estuve al fresco charlando con doña Chela la vecina, hasta las ocho y media. Después de cenar me fui a la cama.

viernes, 5 de abril de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: NICARAGUA, TERRITORIO VICTORIOSO SOBRE EL ANALFABETISMO





Sábado, 23 de agosto de 1980

Este día era el de declaración de Nicaragua como territorio victorioso. Fuimos a la Plaza 19 de Julio. Antes de empezar, estuve con Ruth dialogando largo rato.

Hoy pues, se dio oficialmente fin a la primera parte de la Cruzada. La segunda, la del mantenimiento, se prolongará hasta el seis de octubre, según las previsiones. No estaré para ver si se cumplen tales.
Cerca de noventa y cinco mil personas nos congregamos en la Plaza 19 de Julio de Managua. Esa inmensa explanada y plaza pública estaba dividida por grandes líneas en el suelo para diferenciar y conocer a los que allí nos integramos. Los frentes, brigadas, escuadras, células, etcétera, iban desfilando ordenadamente para colocarse en el lugar que les correspondía. Paralelamente a los seis grandes frentes, cada cual portando sus banderas, nos colocamos con la enseña roja y gualda la brigada española, así éramos llamados, y a nuestra izquierda los maestros andenistas nicaragüenses.
Más de diez largas horas duró el acto de declaración de Nicaragua como “territorio victorioso sobre el analfabetismo”. Allí hablarían todos los líderes políticos, pero al igual que en Matagalpa fue Tomás Borge, aquí en Managua fueron los rostros de Daniel Ortega y de Fidel Castro los que más se me grabaron por su peculiar manera de expresarse ante su pueblo sin rigor ni etiqueta, como un ciudadano o un brigadista más, Daniel; y por su rostro mundialmente conocido en el caso de Fidel.
Lo que vi mal fue el cordón que formó la policía sandinista no dejando salir a nadie de la Plaza. Es decir, quisieras o no, tenías que tragarte los discursos o aburrirte, es decir, aburrirte plenamente, ya que es sabido que los discursos políticos son altamente pesados.
Cuando, cansados de formación, optamos por el paseo entre las distintas columnas fui a visitar a las brigadistas de Santa Celia con Luis, pues Paco no asistió a este acto, y quedé con Julia y Luz Marina que al día siguiente iríamos a comer a casa de la primera, para celebrar mi despedida con ellas en mi último domingo nicaragüense.
También visité entre la masa a Salvador, el responsable comarcal de la Juventud Sandinista, que me regaló un pañuelo de cuello rojo y negro con las siglas del Frente. Y cuando el día terminó me regresé con Ángela, con quién había ido a la Plaza, a nuestra casa de Managua.