viernes, 22 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DE NUEVO EN MANAGUA





Miércoles, 20 de agosto de 1980

Pepe y yo nos vinimos para Managua en los buses de los brigadistas. Paco y Luis se quedaron en Matagalpa. Salimos de Matagalpa a las ocho de la mañana y llegamos a Managua a las una y media de la tarde. Después Conny me llevó a casa de Ángela en el coche. Allí comí y pasé la tarde.

Jueves, 21 de agosto de 1980

Me pasé la mañana en casa, leyendo. Por la tarde fui a las Colinas con Matilde, que me vio cuando salía de casa. Tuvimos reunión de babosadas con Palomares en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica. Fuimos después por la Casa de España, y para casa.

Viernes, 22 de agosto de 1980

Esta mañana salí con Ángela y Floreslinda de compras. Pasé por Iberia a reservar billete, después por ANDEN donde estaban ellas. Pasé después por la Centroamérica donde compré recuerdos. Después fuimos a Masaya donde seguí comprando recuerdos; de regreso recogí las maletas por el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, y cuando llegué a casa, sobre las tres de la tarde me acosté un poco.
Sobre las cinco y media de la tarde me fui a casa de unos vecinos que me invitaron a cenar.

El tiempo vuela como el pensamiento. Son solo horas lo que me queda de estar en tierra nicaragüense, y después empalmar con la situación anterior al uno de marzo. A luchar nuevamente por un puesto de trabajo, por una situación social estable, digna y justa. En definitiva, a sufrir. Ahora en Nicaragua en cierto modo soy feliz. Feliz por el trabajo realizado, feliz por haber conocido y sufrido en mis carnes una fértil experiencia, que me acercó sobremanera a mis sentimientos interiores, y feliz porque regresaré pronto a España.
En casa de don Manuel he cenado yuca. La verdad es que si tuviera que soportar una vida la alimentación nica, sus comidas típicas, la vida sería extremadamente corta. No me gusta, sinceramente, su alimentación. Después, don Manuel, su hija Ruth y yo, por deseo expreso de don Manuel, grabamos a Rubén. Aunque no soy buen orador, lo reconozco, las cintas con mi voz no salieron excesivamente mal. Junto con Ruth, a fuerza de repetir logramos hacer un buen papel.
Esta noche, única en Managua excepto la primera, que he dormido fuera de casa de Ángela, donde fui destinado en Managua, íbamos a salir don Manuel, Ruth, un hermano de ésta y yo, no sé exactamente adonde, porque cuando hubimos recorrido dos cuadras regresamos a casa de don Manuel, donde dormimos como el que dice en la calle. Quiero decir con las puertas abiertas, quizá por falta de cerradura. Y casi me aventuro a pensar que eso es corriente en Managua. En el portal, cuidando la puerta de entrada dormimos todos, excepto la mamá de Ruth, que durmió en las habitaciones interiores. Don Manuel, en una cama junto a la pared exterior. Ruth y su hermano, que esta noche se hallaba de visita durmieron en el suelo del portal, ya que por deferencia hacia mí me cedieron la otra cama, paralela a la de don Manuel, y desde la que se distinguía perfectamente la calle.
El descubrir una casa abierta en plena capital, dentro de la civilización, fue otro de los descubrimientos, siempre nuevos e interesantes, y otra de las sorpresas que me esperaban, ya próximo a partir, en la capital nica.

miércoles, 20 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: MATAGALPA, TERRITORIO VICTORIOSO DE ANALFABETISMO





Martes, 19 de agosto de 1980

De temprano nos fuimos a San Ramón en el coche de don Enrique; nos volvimos con los brigadistas en el camión de la hacienda de Yúcul. Después fuimos a desayunar y Pepe, Luis y yo nos fuimos al estadio sobre las doce del mediodía.

El Estadio Nacional de la capital matagalpina fue el escenario del segundo encuentro de las autoridades con las masas alfabetizadoras de este país tras la Cruzada.
Si el día anterior en San Ramón se reunieron a nivel municipal los brigadistas integrantes de las distintas comarcas y haciendas, ahora iba a procederse a reunir a todo el departamento, por orden de importancia en cuanto a porcentaje de alfabetizados. San Ramón desfiló en tercer lugar, tras San Isidro y Terrabona. Curiosamente, el municipio de Darío, patria del más ilustre vate centroamericano, y ciertamente del precursor de la conciencia literaria iberoamericana, Rubén Darío, quedó en el último puesto, el décimo, del departamento.
Tras haberse situado en el centro del Estadio todas las legiones alfabetizadoras, tomaron la palabra ilustres dirigentes del sandinismo, entre ellos Tunnermann, matagalpino él, y con dos hijos, según sus palabras, haciendo montón en la masa ignota que ocupaba el césped. Y tras Tunnermann, Tomás Borge, el valiente dirigente sandinista cuya posible emasculación era motivo de risa y chiste en las pocas animadas tertulias irónicas de la noche nicaragüense.
Borge quizá se ría de los que de él se ríen; porque después de todo, aún vive. Otros muchos, además de los testículos, perdieron su vida, tal fue la flagelante tortura genocida que, desgraciadamente, aún cobra actualidad en otros muchos puntos del mismo continente.
Y Borge encendió a las masas con un discurso patriótico de primera magnitud, un discurso revolucionario que dejó prendida la llama para la asistencia a la declaración final de victoria en la propia Managua, y fomentar la confianza del pueblo en sus dirigentes.
Y con esta nueva victoria se abre un periodo de regeneración y esperanza y recuperación de la castración moral que Nicaragua sufrió en la negra, dura y esclava etapa de la dictadura somocista. Ahora no hay cabida para la frase “Con Somoza vivíamos mejor”.

Sobre las cuatro de la tarde nos fuimos. Estuvimos conversando con la mujer de don Enrique; después, tomando unos bocadillos mientras ya pasaba el desfile. Nos fuimos a casa de los españoles; cuando pasaron los de San Ramón, Julia y Luz Marina se salieron del desfile y estuvimos cenando en Casa Martín. Llegó Richard a llamarles la atención por salirse de formación. Le dije que las iba luego a acompañar yo, que perdiera cuidado. Después fuimos a Guanuca, lloviendo como estaba; les dejé las bolsas; después fuimos a la plaza de Rubén Darío, pues Julia había quedado allí con Anay, pero no la vimos. Sobre las nueve y media de la noche, como estaba lloviendo, se fueron para el colegio, las acompañé hasta la puerta. Después regresé al hotel. Me acosté. Sobre las once de la noche llegaron Pepe, Luis, Paco, Ruth y Patricia que habían estado bebiendo en casa de don Enrique. Pepe se quedó y los otros se fueron.

El presente texto ya fue escrito con motivo del fallecimiento de Tomás Borge, en  esta entrada. 


lunes, 18 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DECLARACIÓN DE SAN RAMÓN COMO TERRITORIO VICTORIOSO





Lunes, 18 de agosto de 1980

El relente de la noche se notaba y también que estábamos ciento y pico de metros más abajo. Curiosamente, en Santa Celia, a más altura, pasamos menos frío, pero ello era debido a que estábamos al abrigo entre vegetación y montañas. En Yúcul, al lado del camino, estábamos en una ladera, y si bien por una parte estábamos resguardados por una alta montaña, la que coronaba la famosa cuesta de Yúcul, por los otros tres frentes estábamos a la intemperie. Cansados del viaje de la tarde noche anterior, Julia, Luz Marina y yo pernoctamos en una casita que habitualmente ocupara el chofer de la hacienda. Dos camas a las que nada tenían que envidiar nuestros lechos de Santa Celia era el mobiliario. En las paredes y el techo colgados y junto a un rincón apiñados, cencerros y otros aperos agrícolas y ganaderos y por entre los aperos algún que otro ratón campestre.
El resto de las muchachas durmieron en la casa de la cocinera.
Paco pernoctó con Pepe y Luis en la habitación de estos, como hicimos siempre que nos tocó por el tiempo pernoctar en Yúcul.
Yo, por mi afán de protección y de acercarme a la masa quise variar, y si bien pude pernoctar en buen lecho, los de Pepe o Luis, quise hacerlo en un camastro no muy seguro y para colmo roto. Además de esa forma daba moral y confianza a Julia y Luz Marina para pernoctar entre las ratas.
Los brigadistas varones de Los Pinares tuvieron juerga hasta bien avanzada la noche, y quizá embolado, alguno pretendió forzar la puerta de nuestra improvisada habitación. Aunque sin cerradura, el palo que pusimos para impedir la entrada cumplió su objetivo.
Al fin se hizo el silencio, y a trompicones logré robarle minutos al sueño, pues entre el frío de la noche y la cama rota, era imposible entregarse a los brazos de Morfeo.
La madrugada, contra lo previsto, amaneció radiante, aunque fría. Pero no llovía. Con los compañeros de Yúcul bajamos a San Ramón en un camión de los Pinares, para asistir a los discursos patrióticos que con motivo del fin de la Cruzada se debían de celebrar.
La noche del 18, mientras los brigadistas quedaban en San Ramón, nosotros marchamos a Matagalpa. Yúcul y Santa Celia comenzaban a formar parte del recuerdo.
Pero he aquí una síntesis de ese día, y procuraré también hacerla de días sucesivos:
Nos fuimos a San Ramón en el camión de la hacienda de Yúcul. Sobre las nueve de la mañana comenzó el acto de declaración de territorio victorioso del municipio de San Ramón. Comimos en el Nueva Corona de Oro, y dormimos en el Soza, Luis y Paco en una, y Pepe y yo en otra habitación.

Actos de declaración de Territorio Victorioso en San Ramón. 1980


viernes, 15 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: ÚLTIMO DÍA EN SANTA CELIA





Domingo, 17 de agosto de 1980

La mañana de este día estuvo contenida en el aspecto meteorológico, ya que afortunadamente no se rompió el odre del firmamento, y aproveché para realizar fotos a diferentes puntos de la hacienda. Fotos de paisaje, para lo cual fui yo solo, es decir no llevé a Julia y Luz Marina de compañía para no dificultarme el oficio con su andar cansino y parsimonioso, máxime amenazando el cielo descargar.
Hacia mediodía, por este motivo, me echaron cariñosamente la bronca, pero ya todo había pasado.
Este diecisiete de agosto teníamos prevista la partida hacia Yúcul, ya que en la madrugada del dieciocho debíamos de partir desde Yúcul a San Ramón, en sucesivas etapas para culminar la Cruzada.
Sobre poco después del mediodía ya comenzó la meteorología a ser típica del invierno tropical pese a la opinión campesina de que venía trastocado.
Elizabeth, niña de Santa Marta, alumna de Julia, había pernoctado con ésta la noche anterior; y esta tarde del diecisiete las acompañé a Santa Marta para que Julia y Luz Marina se despidieran de doña Blanca, su mamá.
Llegamos bien a Santa Marta, pero poco después de nuestra llegada se puso invernizo y el agua caía continuamente. Y debíamos de bajar a Yúcul. Aún estábamos indecisos si bajar en la tarde o esperar a la mañana siguiente. La decisión, aunque dependía teóricamente de Julia, como responsable, estaba en mis manos. Y yo, juzgando por la experiencia de otras veces prefería bajar en un rato por la tarde, mientras descampara, pues lo más probable es que la madrugada fuera lluviosa.
Llegaron, lloviendo, Ruth y Xiomara, montadas a caballo a darse un paseo a Santa Marta y a preguntar qué haríamos al fin. Decidí que bajaríamos en la tarde que se prolongaría en la noche, pues en efecto hemos bajado esta tarde.
Así pues, en orden a la estancia, la Cruzada terminó en Santa Celia y Santa Marta el domingo 17 de agosto de 1980, el mismo día del cumpleaños de Julia.
En Santa Marta, al despedirse de doña Blanca, hubo lágrimas. Eli, niña aún, lloraba desconsoladamente desde que supo que nos íbamos; y doña Blanca, ya mayor, tenía las lágrimas contenidas, pero no pudo evitar descargarlas en el crítico momento de partir.
En Santa Celia no nos despedimos de más gente a nivel particular, pues ya habíamos realizado la despedida oficial con la entrega de diplomas.
Después en Santa Celia hicimos los pocos preparativos que quedaron y partimos. Pese a lo intempestivo de la hora, comenzaba a anochecer cuando salimos, estábamos decididos a partir.
Santa Celia entera nos despidió hasta el portón de entrada. Lágrimas emotivas a cargo de las brigadistas y de gran parte de la población campesina. Después, el viaje definitivo. Don Indalecio, Mencho, don Daniel nos acompañaron hasta Yúcul mismo; pues aparte de que tenían que regresar con las mulas que llevaron la carga, quisieron acompañarnos hasta el fin.
Entre don Daniel y yo, mezclando el humor y la ironía con frases de doble sentido, hicimos, o procuramos hacer, agradable un trayecto bañado por la tristeza de toda despedida y por un fangoso camino que en nada recordaba al polvo estival de nuestra primera época; un camino que conoció todas nuestras andanzas y que ahora tres personas completábamos el ciclo: Julia, Ruth y yo.
Julia, Ruth y yo éramos los tres únicos supervivientes desde que en aquella noche del lejano abril llegáramos a Santa Celia por el vecino camino de El Cantón.
Después, la despedida definitiva. Yo, que había visto un sin fin de despedidas inmerso entre la masa en la tarde de este domingo, tenía que enfrentarme a la despedida personal con don Indalecio, Mencho y don Daniel.
Yo, lógicamente, estaba alegre porque el fin de la Cruzada suponía el comienzo del regreso y ya veía cerca la hora de subir al avión.
Y de repente, me encontré con lo que no esperaba. Me despedí de Mencho, de don Indalecio, en una despedida triste, pero cordial. Y llegué hasta don Daniel, el mandador. Y me encontré con la sorpresa que no era el don Daniel irónico del trayecto, sino un niño de cuarenta y cinco años, que al igual que doña Blanca horas antes, rompe a llorar en la despedida.
“Ya ves; yo soy un hombre… y también lloro”, escribió Bécquer y soy de su misma opinión.
Yo he vertido lágrimas en tierra americana, con Julia como detonante, y aun sin Julia, en alguna noche de morriña y de saudade.
Y ahora veo que un hombre de cuarenta y cinco años rompe a llorar en mis brazos. Yo, con la ilusión del regreso, tenía la alegría contenida; pero fue ésta de don Daniel una de las despedidas más emotivas que haya realizado en mi vida.
Al fin, ellos partieron de regreso a Santa Celia a digerir el vacío con que quedó la hacienda. En nuestra casa hacienda, antes tan alegremente habitada por nosotros, quedaba a partir de esta misma noche habitada solo por el mandador. Encontré lógica la tristeza de don Daniel.
Nosotros, cansados del viaje, nos retiramos a descansar. Y en Yúcul, sobre una cama a la que nada tiene que envidiar la que usé cotidianamente en Santa Celia, paso la noche del primer día del fin de la Cruzada; la de este domingo 17 de agosto de 1980.

Paisaje de Santa Celia. 1980


miércoles, 13 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: EL JUEGO DEL AHORCADO





Viernes, 15 de agosto de 1980

Esta mañana como Marta, Patricia, Socorro y Danilo estuvieran en el desván preparando escándalo, hicimos una reunión para llamarles la atención. Después de comer, las cuatro mencionadas se fueron a una fiesta a Montegrande. Yo compartí la tarde con Ruth, Xiomara, Julia y Luz Marina.
En la noche estuve jugando al ahorcado con Ruth y Xiomara; el juego es pedagógico y consiste en ir acertando palabras letra por letra; cuando se falla se va pintando una parte del cuerpo de la persona y cuando ésta está completa y se sigue fallando, se le ahorca. En once ocasiones que me hicieron el juego no me ahorcaron en ninguna; por el contrario, a ellas las ahorqué tras dieciséis fallos en la única vez que lo intenté.
Algo antes de las diez nos acostamos, y sobre la una de la madrugada llegaron las demás de la fiesta de Montegrande, en el coche de don Enrique y acompañadas de Paco y Luis.

Sábado, 16 de agosto de 1980

Don Amado ha pasado también esta noche en la hacienda, y con él he ido esta mañana a Matagalpa. A las once y media de la mañana todavía estaba en San Ramón; allí me encontré a Paco y Luis que ya regresaban a Yúcul de Matagalpa. En Matagalpa compré un carrete de fotos y el disco “Luna de otoño” de Miguel Gallardo, para Luz Marina.
Comí en Los Pinchitos, y a las tres y diez de la tarde ya estaba de regreso en Santa Celia.
La tarde la pasé conversando con las brigadistas.

lunes, 11 de marzo de 2013

ANTONIO MACHADO: EL MAÑANA EFÍMERO





EL MAÑANA EFÍMERO

A Roberto Castrovido

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero:
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
1913

Antonio Machado: “Campos de Castilla”


viernes, 8 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: ACTO DE ENTREGA DE CERTIFICADOS





Jueves, 14 de agosto de 1980

Esta mañana sobre las nueve y media nos fuimos Luz Marina, Julia y yo a tomarnos unas fotos en los paisajes más interesantes de la zona; y después estuvimos un largo rato sentados en una piedra dialogando sobre lo que dio de sí la Cruzada.
Después llegó Luis con los certificados para los campesinos; los estuvimos rellenando y tomándonos fotos con las banderas de Nicaragua, de España y de Territorio Victorioso. Paco cogió definitivamente sus cosas y se marchó con Luis, quedando casi todas las muchachas llorando. Yo me fui con Julia y Luz Marina a Santa Marta a hacer entrega de los certificados. Cuando regresamos nos encontramos que en Santa Celia también lo habían hecho y estaban en los últimos momentos del acto. Cenamos y me fui a la cama sobre las nueve de la noche. Como Paco ya no estaba, bajé su colchón y descansé bien, por primera vez en mucho tiempo.

Brigadistas de Santa Celia 14-08-1980

miércoles, 6 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: FIESTA DE DESPEDIDA EN SANTA MARTA




Miércoles, 13 de agosto de 1980

Esta mañana se han ido los hermanos y la mamá de Ruth. Les acompañamos la propia Ruth, Marta, un campesino que nos llevó a Yúcul las maletas en caballería, y nosotros mismos. Dejamos las maletas en Yúcul, y de allí fuimos a San Ramón donde dejamos en la Comisión Municipal la investigación militante que terminé ayer. Fuimos después a Matagalpa donde hicimos algunas compras y Rafa nos dio fotos.
Sobre las dos de la tarde regresamos a Yúcul a comer, pues era el cumpleaños de Pepe y nos había invitado a celebrarlo.
Como la noche cierra pronto, a las cinco y media de la tarde nos subieron en coche hasta el cruce de El Cantón y llegaríamos andando a la hacienda sobre las seis y cuarto. No había nadie en la hacienda y nos fuimos con el mandador a la hacienda Santa Marta; donde habían preparado una fiesta de despedida para las brigadistas. Hablaron varios campesinos de una y otra hacienda; y Socorro, Marta y yo agradeciéndoles el homenaje. Después, cenamos, y Paco y Ruth se vinieron a Santa Celia. El resto nos quedamos hasta la una menos cuarto de la madrugada en que regresamos a Santa Celia. No vinimos muy aprisa, y aunque se tarda unos veinte minutos en el camino, hasta las dos de la madrugada no me acosté definitivamente en la cama, después de curarme de las picaduras de las pulgas, que me tenían literalmente cosidas las manos y los brazos.

lunes, 4 de marzo de 2013

DIARIO DE UN BRIGADISTA: PRUEBAS FINALES





Domingo, 10 de agosto de 1980

Hoy es el cumpleaños de Xiomara. Por la mañana estuve acostado y me levanté a mediodía, sobre la hora de comer. Por la tarde estuve haciendo la maleta; ¡tan pronto ya!; porque esto se está terminando. Paco también la hizo. Luego estuvimos conversando. Tras cenar, y hasta la hora mórfica estuve un rato conversando con Julia y con Luz Marina.

Lunes, 11 de agosto de 1980

Todo el día, hasta que me aburrí, he estado haciendo la investigación militante de Santa Celia con destino a ANDEN de San Ramón, que nos la habían pedido.


Martes, 12 de agosto de 1980

Esta mañana terminé la investigación militante de Santa Celia con destino a ANDEN de San Ramón, de la cual no dejo copia. Después fui con los hermanos de Ruth, Ruth, Luz Marina y Julia a San Martín, una hacienda a tres cuartos de hora de Santa Celia. Salimos sobre las diez y media de la mañana, y regresamos dos horas más tarde. Cuando llegamos estaban Salvador y Zenayda, hicimos una breve reunión en la que nos informaron que a Yasica Sur le quedaban que entregar mil tres expedientes y a San Ramón unos cuatro mil a la departamental; y que si el municipio va el tercero dentro del departamento, cómo estará éste.
Por la tarde hicimos las pruebas finales a los que quedaban en Santa Celia y luego rellenando los expedientes.
Compuse un poema canción sobre el viaje de esta mañana a San Martín, que titulé: La hacienda de San Martín.