lunes, 30 de abril de 2012

COMO DIOS MANDA: UN SINDIÓS



Llevamos meses lidiando con las trampas del lenguaje, esas que de tanto repetirse pretenden formar parte de nuestras vidas como verdades absolutas, para olvidar su prístino origen.
Por ello, es reconfortante leer, ante tanta idiocia y tanta impostura, a plumas lúcidas y críticas que con fina ironía pretenden desmontar tales trampas, como Dios manda.
Es el caso de Juan José Millás, a cuyo texto, Un sindiós, llegué desde El Periscopio, (mi blog de referencia crítica), y considerando que el texto de Millás debe tener la máxima difusión posible, no me resisto a reproducir:

“Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.

Juzguen mis lectores ustedes mismos, utilizando, por favor, el pensamiento crítico. Gracias.

viernes, 27 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: REUBICADOS EN SANTA CELIA




Martes, 15 de abril de 1980

He estado pasándole a Danilo, el responsable comarcal, el Censo de El Horno a máquina, y, después, sacando yo conclusiones estadísticas sobre el mismo.

A las cuatro y media de la tarde, cuando se nos fue a buscar a El Horno, ya estábamos preparados para partir. El camión que nos recogió traía a unas cuantas brigadistas que habían sido trasladadas desde El Sabalete. Con ellas llegamos a San Ramón, y poco después todos, ellas y nosotros, fuimos llevados a Santa Celia, vía El Cantón. En El Cantón, hacienda de la jurisdicción de Yúcul, y por tanto compuesta de brigadistas varones, estuvimos cerca de una hora, mientras los miembros del INRA (Instituto Nicaragüense de Reforma Agraria) que iban en el camión que nos transportaba, resolvieron los asuntos que les llevaron allá. Luego, seguimos hasta Santa Celia. Los campesinos nos ayudaron a preparar las camas para todos. Paco y yo en una pequeña habitación con una litera doble, que nos recordaba nuestros tiempos de soldado, hicimos nuestro aposento En la habitación contigua, de la que prácticamente nada nos separaba, pernoctarían las muchachas trasladadas desde El Sabalete. Ellas son: Cándida, asesora técnica de las mismas, Julia, Ada, Rosa Evette, Ivania, Karla y Ruth. A Ivania y a Karla ya las conocíamos accidentalmente desde varios días antes, cuando Paco colaboró desde San Ramón al traslado de la primera a Matagalpa, aquejada de dolores producidos por una caída de caballo. Todavía no sé si aquello fue realidad o simple y puro cuento. Desde luego para ser teatro era representado muy bien, y para ser realidad dejaba muchas dudas.


miércoles, 25 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DOMINGOS DE EVASIÓN Y CINE




Domingo, 13 de abril de 1980

Esta mañana estuvimos paseando por Matagalpa; intentamos ir a casa de Suzette, una muchacha que está trabajando en ANDEN de San Ramón, pero no encontramos la casa ni la dirección que nos dio. Claro que con tanta montaña, lago, abajo, arriba, norte, sur, no hay alma que se aclare.
En el cine vimos “Amarga pesadilla” o "Deliverance" que ya habíamos visto en Salamanca. Luego, en Los Pinchitos, donde cenamos, conversamos con Sagrario, Ramón y con todos los españoles que llegaron detrás.
Una vez en casa de los coordinadores, estuvimos jugando al chinchón Rafa, Anselmo, María José y yo hasta que nos rindió el sueño.


Lunes, 14 de abril de 1980

Hoy es Lunes de Aguas, la fiesta mayor de mi pueblo.
De Matagalpa fuimos todos juntos a San Ramón en la furgoneta de los coordinadores, a la reunión semanal de los lunes, en que se trató de nuestra reubicación, quedando que iríamos a Santa Celia. Comimos lo típicamente nica en San Ramón, aderezado con algún huevo, y regresamos a El Horno, donde conecté de nuevo con España a través de la escritura.
Tras la cena y hasta el momento de recogerse en los brazos de Morfeo, conversamos al fresco con la dueña, sobre su divorcio y sobre su marido.

lunes, 23 de abril de 2012

HISTORIA DE 55 LOCOS MÁS UN ESPÍA




El último fin de semana del pasado mes de noviembre tuvo lugar en Valencia el Cuarto Encuentro de Brigadistas Españoles en Nicaragua. Nuestro compañero Antonio Alcántara dio cumplida cuenta del mismo con la inmediatez que le caracteriza.
Para la ocasión escribí con la colaboración de la también compañera brigadista Encarna Velasco, el siguiente texto, que hoy, Día del Libro, ofrecemos íntegramente a nuestros lectores.



HISTORIA DE 55 LOCOS MÁS UN ESPÍA


Compañeros, buenos días.

¿Quién mejor que yo podría contar la historia de 55 locos maestros? Yo los conozco. Soy uno más. Conviví hace muchos años con ellos durante seis meses. Entonces ya eran raros, extraños, anómalos, excepcionales... Reconozco que yo no era precisamente el más cuerdo. Dejémoslo estar. Esta es su historia:

Algunos dejaron sus trabajos, sus padres, sus parejas y se hicieron 8.513 kilómetros para cruzar el océano que llamamos El Charco, en un DC-10 de Iberia, que tenía por nombre “Costa del Azahar”. Los había de todas las edades, entre los 22 años de los pequeños hasta los 37 de los mayores. Estos, por edad, ya eran veteranos; aquellos, benjamines que acababan de terminar su carrera y se fueron en busca de aventura. Todos, estos y aquellos, están locos.

Y después de 12 horas de viaje llegan casi al centro de la región del Trópico de Cáncer, a un lejano país llamado Nicaragua. Era la estación seca y se encuentran de bruces con temperaturas infernales que contrastaban con los fríos invernales que en su país sufrían apenas 24 horas antes.

Están chalados. Proceden de todos los confines de La Piel de Toro. De los pazos gallegos, de los hórreos asturianos, de los caseríos vascos, de las villas riojanas, navarras y aragonesas, de las masías catalanas, de las barracas valencianas, de las alquerías castellanas, de las quinterías manchegas, de los cortijos extremeños y andaluces, de las cuevas canarias…

En sus maletas llevan quesos manchegos, chorizos segovianos y toda suerte de vinos: ribeiros, sidras, chacolís, riojas, cavas, toros, cigales, moriles, requena-utiel, licores de bellota, garnachas, tempranillos, malvasías, málagas, montillas, valdepeñas, y alguno más que seguramente me dejaré… ¡Qué inocentes! Licores prohibidos, al igual que el guaro, el ron oro, el ron plata o el ron flor de caña de los naturales, y en su ingenuidad no se imaginan que ni agua potable van a poder beber. Ya os digo yo que estaban locos.

Pero tienen que estar seis meses, y tienen que trabajar. Se alojan en la montaña, compartiendo la vivienda, y a veces la habitación, con las familias nicas. Viviendas ubicadas en haciendas que los sandinistas expropiaron a los somocistas, y que estos a su vez habían robado al pueblo.

No están bien de la cabeza. En su trabajo todos empiezan a hacer kilométricas caminatas para visitar a sus brigadistas, y las hacen como si tal, bueno, siempre sudando y luciendo una esquelética figura. Yo los he visto. Allí las distancias se cuentan por horas, y se emplean horas y horas hasta llegar al destino. Unos a caballo y otros a pie las recorren. Por caminos llenos de mosquitos y anofeles, arañas peludas y matacaballos, alacranes, serpientes corales y ofidios sandinistas (de color rojinegro, pequeños y matones). Y a veces su camino se cruzaba con el del ganado, con el de los bueyes echando vaho bajo el nicaragüense sol de encendidos oros, con el de aquellos salvajes toros con chepa que daban respeto. ¿Y qué decir cuando el sol se ponía antes de llegar a casa? La presencia de los animales salvajes se hacía más cercana. Hasta los congos chillones y las luciérnagas de la noche, salidas de entre los árboles de gigantescas alturas, imponían respeto en los estrechos senderos. Están locos de remate. A algunos que siempre habían vivido en ciudad los bosques tropicales les venían grandes. Pero siguen haciendo sus recorridos todos los días para realizar su trabajo y visitar a sus brigadistas.

¿Y que contaros del menú? Era muy variado y totalmente vegetariano: frijoles cocidos, frijoles refritos, enchilado de frijoles, burrito de frijoles, frijoles con chile, gallopinto, o sea, arroz con frijoles... (Y no se me olvida un detalle: Fue cuando nuestra Embajada, en un acto de generosidad, nos entregó unas latas que supuestamente venían de nuestra tierra. En el lote había frijoles, no me lo puedo creer. Otros que también estaban locos). Y todo ello acompañado por la entrañable tortilla de maíz, y el inevitable café. Tomamos muchísimo y riquísimo café. Sin embargo, no habían pasado ni dos meses de estancia y la pérdida de peso ya era sorprendente: “Que tipazo te gastas”, se decían las chicas. “Si mi madre me viera…”, reflexionaban los chicos. Esto es cosa de lunáticos.

Ya os he hablado de la comida. ¿Y qué decir del baño? En todos los lugares era genial: en unos era un bidón lleno de agua y un cazo para cogerla y echártela por encima. En otros, adentrarse en las acequias de los beneficios del café. Los más privilegiados tenían tan buenas duchas que parecían europeos. ¡Qué gozadas de duchas! Eso sí, en casi todos los lugares, ¡a mear a las letrinas! Sigo pensando que están locos.

Después, el regreso. ¡Qué hatajo de locos! Se creían que lo tendrían fácil al volver a su país para encontrar trabajo. Y muy al contrario, todo fueron dificultades: servicios no reconocidos por haberse realizado en el extranjero, oposiciones que no se convocaban, oposiciones que no se aprobaban, oposiciones anuladas, hasta incluso llegaron a conocer el cambio del sistema de oposición, la temible encerrona... Algunos desistieron de la enseñanza, pero todos siguieron adelante. Todos se abrieron camino en sus nuevos trabajos, llevando siempre en sus corazones el recuerdo de los verdes valles de Nicaragua, la furia de sus volcanes y la sonrisa, la bondad y la fina ironía de sus gentes.
  
¿Y qué será de ellos después de 31 años? Me han dicho que por la noche siguen soñando con el mapa de Centroamérica y que se les aparece Sandino en sueños y el Che Guevara fumando puritos nicas fabricados en Estelí; mientras en su día a día son profesionales de todo tipo: empresarios, autónomos, asalariados, comerciales, gerentes de la administración, técnicos municipales, estatales y hasta de la alta velocidad. Los hay que son banqueros, artistas, escritores, especialistas en gente mayor, directores de colegios y... enseñantes (pobrecillos).

Los hay también jubilados. Esos sí que están locos, pero locos de alegría porque ahora pueden dedicarse a “cosillas” para las cuales nunca tuvieron tiempo, como viajar, estudiar, voluntariado, cuidar la huerta... Y como no los perdemos de vista, ya nos hemos fijado: Son todos “pastilleros”. ¡Qué locura!

Aquellos locos de entonces son hoy mujeres y hombres casados, solteros, separados... a los que les emocionan aquellos recuerdos, aquellas vivencias, las amistades y parejas que de allí nacieron.

Creo que llegan al Mediterráneo, a encontrarse con sus compas. Vienen cargados de fotos, cedés, vídeos e historias para contar de aquella época. Siguen estando locos. Y ya no solo ellos. Han contagiado a sus parejas, a sus hijos, a sus amigos. Estos saben que cuando se menciona la palabra “Nicaragua” no hay quien les pare, parecen estar abducidos por ese país.

Pero esta historia no quedaría completa sin hablar de los que se fueron, de aquellos con los que la vida no fue generosa y nos dejaron antes de tiempo, de aquellos de los que ya solo nos queda su recuerdo, siendo consciente de que ellos mejor que nadie podrán contar la historia de 55 locos maestros.
  
Y tampoco quedaría completa sin hablar del anónimo compañero espía, del compañero 56. Nadie lo ha visto, nadie lo conoce, nadie sabe su nombre, su capacidad de transformación debió de ser asombrosa, pero algunos dicen que existe, y que hizo su trabajo en la sombra. Aunque nadie le conozca, le llamaremos el compañero sin rostro.

Y ya no somos 56. Ahora somos más. Hubo mujeres nicas que se casaron con algunos de estos locos y ellas también han enloquecido. Eran dulces y encantadoras como el alegre macuá, el pájaro del dulce encanto; pero, embelesadas y extasiadas, no calcularon la medida del brebaje cuando tendieron sus leves alas de plata, y al atrapar a unos locos, quedaron a su vez atrapadas y sucedió lo inevitable: Se contagiaron de locura, y sus hijos son adorables locos del fuego de ese país.

Y los locos de entonces siguen mal de la cabeza. Yo los he visto. Dicen de ellos que son personas activas, inquietas, desasosegadas, bulliciosas, traviesas. Dicen de ellos que siempre tienen palabras de aliento para los demás. Aquella experiencia les transformó la vida. Todos entonces se sintieron maestros y todos de sí mismo dicen que se sintieron muy orgullosos de serlo.

Hoy, ya lo hemos dicho, tocan todas las profesiones y están regados por toda la geografía. Y todos, de una forma u otra, tienen motivos para seguir adelante. Pero todos somos conscientes que además de la palabra Nicaragua, hay otra palabra que trajimos de aquel país como signo de identidad del grupo. Con ella empecé esta historia de locuras, y con ella quiero finalizar para completar el círculo.

Así, pues, os animo a todos a seguir adelante, y en nuestra diaria lucha con nuestras cotidianas locuras, seguiremos hasta la victoria siempre, compañeros.

viernes, 20 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: SOLICITAMOS LA REUBICACIÓN




Sábado, 12 de abril de 1980

Esta mañana nos ha invitado Danilo, el responsable comarcal, a visitar la comarca, a lo que hemos aceptado gustosos. Pero luego se retractó de la invitación y nos dijo que no podíamos ir por no haber caballos. Partió él solo. Fuimos después con Zenia, la responsable de las brigadistas, a Wabule a visitar esta hacienda, bien linda junto al río de su nombre.

Uno de los graves problemas psicológicos que alteran los nervios del más sereno es el no hacer nada, y lo que es más grave aún, el no saber qué hacer. Llevamos mes y medio en este país y aún no se nos ha dado destino definitivo. Dentro de la comarca de El Horno se nos pretende ubicar en la hacienda San Andrés, a tres o cuatro horas de camino de la carretera general. En tiempo seco todo se reduciría a polvo, sudor, calor, y la apetencia de una reconfortante ducha de la que en nuestra residencia actual de El Horno no disponemos, así como tampoco en la hacienda San Andrés. Allí el río Wabule sería el destinatario de nuestro polvo, y aquí en El Horno un pilón es el recipiente de nuestro baño. La hacienda de Wabule, que visitamos por la mañana, con el río a sus pies, está algo mejor dispuesta, pero para nosotros es como un paraíso prohibido. Eso en la estación seca, pero ¿y en la estación húmeda? Pese a saber que tenemos que desarrollar nuestro trabajo en haciendas perdidas, no queremos estar muy alejados de las vías de comunicación, por lo que la distancia hasta éstas de la hacienda San Andrés no nos convence, y ello añadido a que, además, tuvimos algún que otro momento de tensión con Danilo, el responsable comarcal, por incompatibilidad de pareceres en el modo de realizar el trabajo y otros asuntos personales, como fue el caso de los bolígrafos desaparecidos en Semana Santa, fue por lo que pedimos la reubicación.

Por la tarde, con una hija de doña Amada Serna (la dueña de la casa en que nos hospedamos en El Horno) bajamos a Matagalpa, pasando por San Ramón, y como ya se va reanudando la vida epistolar con España, cogí una carta de mi familia. En Matagalpa dormimos en el suelo, junto a la ventana, en casa de los coordinadores.


miércoles, 18 de abril de 2012

LA DANZA DE LAS PALABRAS (y 2)





LA DANZA DE LAS PALABRAS (y 2)



Continuación de   La danza de las palabras (1)



          La escritora calla definitivamente, mientras el Escritor sigue rumiando el eco de aquella voz, ¿dónde la había escuchado antes?, y sin darle tiempo a tomar la palabra, se le adelanta otro émulo, reflexionando:
-Es curioso eso de bailar con la felicidad. Generalmente uno no lo sabe hasta después de haberlo hecho. En suma, bailar es la cuestión; la felicidad, la mejor consecuencia, aunque no la única posible.
¿Y éste de qué va? –piensa- ¿Qué es más importante, el baile o la felicidad? ¿La felicidad es la cuestión o la consecuencia? Creo que me estoy liando.
-Tal vez bailar con la felicidad se trate de una suerte de ritual –sigue el novelista rival-, y ello implique acercarse al tiempo esencial, puesto que el rito es el mito en movimiento. Es decir: se trata de reproducir en el presente aquello que sucedió en otro tiempo y otro espacio. Quizás, a bailar con la felicidad estemos condenados y el acto de escribir no sea más que el medio para que se realice la obra.
¿Condenados a bailar? El Escritor sigue sin entender nada, a pesar de que el contendiente también ha callado para siempre. Sigue teniendo la mente en la dueña anterior; ¿de qué le sonaba la voz? ¿la había visto antes en alguna parte?
Absorto en sus pensamientos, no se había dado cuenta de que la claridad ya no entraba por la cristalera, ni de que su hija y su mujer ya hacía tiempo que habían regresado a casa.

El narrador cree que ha llegado el momento de desvelar su secreto, las adustas posaderas del jurado habían desaparecido, y sentía que se encontraba entre iguales:
-Alguien me preguntaba antes por el título de mi relato. La danza de las palabras. Ese es el título. ¿A que suena fantástico? Lleva el significado de lo que quiero transmitir, cala hondo y cruza fronteras. Es en las palabras donde vive la felicidad y a través de ellas manifestamos nuestras emociones.
-No creo que la felicidad viva en las palabras. Ellas son sólo un medio para expresarla. La felicidad reside en nosotros mismos que somos capaces de generarla, sufrirla y gozarla. Y por otro lado: ¿Qué es la felicidad?
Ya tuvo que salir el aguafiestas de turno. Y un tercero también discrepa y se rebela:
-Lo que tú ves como felicidad en las palabras para mí es armonía. Me gusta escribir y que mis palabras suenen a música. Sé cuando un adjetivo, una conjugación o una preposición desentonan. Doy vueltas y releo hasta que detecto aquello que no me deja satisfecho. En síntesis, las palabras podrían ser parte de la felicidad pero nunca la felicidad en sí misma.
-¡Esto no puede seguir así! –grita el Escritor fuera de sí-. Sepan que es mi relato el que ha sido seleccionado, no los vuestros, parias, ni el tuyo, émulo, ni el tuyo, aguafiestas, –va señalando su situación dentro de la sala-, ni el suyo, señora…
El autor calla repentinamente. Ahora recuerda. ¿Cómo no había caído antes?: “Bailé alguna vez con la felicidad sin estar sola, lo hice de un modo extraño y fue desde la escritura” había dicho ella.
-¡Y fue conmigo! –rememora, dirigiéndose a la poetisa-. ¡Claro que bailamos! ¿Dónde fue aquello? Era esa voz que tardé en reconocer, la que me aseveraba: En mi opinión la felicidad vive en las palabras, y solo unos pocos afortunados podemos descubrirla allí. Coincido contigo –continuaste- en que son un medio para expresar la tan preciada felicidad, que para poder transmitirla tienen que tener vida y ¿sabes qué? la señora felicidad tiene un refugio allí. Eso me dijiste. Y de aquel baile tan extraño, jugando entre palabras y con las palabras, soñando de felicidad y con la felicidad, bailando entre adjetivos, preposiciones y adverbios, surgió La danza de las palabras; ese aclamado relato que me tiene aquí entre ustedes –retoma el discurso para la concurrencia- y que la probable falta de rigor del jurado lo ha preferido al vuestro.
-El refugio de la felicidad –prosigue- es una casita de palabras llena de colores, que tiene grises también, y en ese lugar juegan la fantasía y la realidad atravesando las fronteras más imposibles, las dificultades y los logros.

El Escritor sigue gesticulando y declamando solo en su locura para aquella pandilla de novelistas inútiles, ante la hierática mirada de un buda adquirido en un bazar chino, hasta que siente una mano infantil que le da unos golpecitos en la espalda, al tiempo que le advierte:
-Papá: mamá dice que te calmes y vayas a cenar.

lunes, 16 de abril de 2012

LA DANZA DE LAS PALABRAS (1)




LA DANZA DE LAS PALABRAS


El Escritor estaba aquella tarde solo en casa. Había encendido la computadora con desgana, mientras su mujer y su hija salieron a jugar al parque como todas las tardes. Antes de ponerse ante la pantalla en blanco, echó una ojeada rutinaria al blog de un concurso por internet en el que participaba, y allí se vio. Su relato, en el que había puesto tantas esperanzas de su realización como narrador, figuraba seleccionado como finalista, entre los más de quinientos presentados.
-Alabado seas Dios Todopoderoso que me alientas siempre por sorpresa en los críticos momentos en los que me va abandonando toda insensata esperanza para volver a creer en mí. Mi relato ha sido seleccionado.
Tras la sorpresa inicial, no sabiendo aún si sería merecedor de premio alguno, paseaba a zancadas por la sala de estar, olvidado por completo de la computadora, del blog, del concurso, de la pantalla en blanco, del relato que tenía en la mente y nunca empezaba, de su mujer, de su hija; dirigiéndose ufano a ese plantel de quinientos escritores fracasados, retirados junto a la pared para dejar paso al genio.
-Deseo deshonestamente mala suerte a los que, como yo, han quedado finalistas, y buena suerte y mucho ánimo a los que no. Sepan que en el fondo todo es relativo y que el que no estén seleccionados sus relatos siempre es achacable a una falta de criterio y de rigor por parte del jurado, pues además de ser un recurso habitual y necesario para alimentar nuestros propios egos, es la pura verdad en la mayoría de los casos.
Sin transición en su discurso, se difuminaron los parias, y alrededor de una mesa junto al ventanal más luminoso, tomaron cuerpo y asiento las adustas ancas de los componentes del jurado benefactor, seguidos de una selección de otros jurados y miembros de la élite literaria que quedaron de pie cerca de los anteriores, sin ocultar la ya escasa luz que penetraba por la ventana, y a los que el Escritor dirigió su perorata:
-Beneméritos jurados de certámenes literarios, editoriales con pieles de oenegés, incomprensibles algoritmos y excelsos galimatías del mayestático mercado editorial, editores hematófagos, chupópteros varios…
El narrador se atranca un breve instante, siente que está desbarrando, que las palabras ya no salen con fluidez y le suenan inoportunas; sus pasos le han llevado de nuevo junto a la mesa de la computadora, y decide finalizar su alegato:
-Al buda que adquirí en el bazar chino, y que tengo junto a mí, pongo por testigo de que si gano, sabré qué hacer con el premio. He dicho.
Una cohorte de literatos marrados volvió a emerger, aplaudiendo la prédica del novel afortunado. Éste no se sorprendió cuando una voz salida de alguno de aquellos aprendices no seleccionados, le aduló:
-Muy buen comentario. La verdad es que si hubiera resultado finalista, tus palabras serían las indicadas para expresar mi alegría.
Al Escritor le parecía que ya había penetrado en su cerebro tan sensata explicación, en alguna lectura antigua. ¿De Sócrates, o Platón tal vez? Pero no tuvo mucho tiempo para reflexionar si realmente había leído aquello. Otra voz preguntaba ya en su cabeza:
-Me gustaría saber el título de tu obra finalista. Yo participé, pero no resulté finalista. Quizás el hecho de no ser seleccionada en esa lista de honor me ha dado las fuerzas necesarias, y una gran inspiración, para seguir escribiendo. Es, en definitiva, aquello que me hace bailar con la felicidad.
El narrador no quiere, todavía, desvelar el título; pero advierte que la conversación se pone interesante por momentos. La escritora continúa:
-Bailar con la felicidad es algo muy difícil de expresar. Solo quienes lo logramos, podemos entenderlo.
El autor observa como quinientas caras se vuelven a escuchar atentamente a la intrusa. Y lo curioso es que su voz le suena.
-Bailar con la felicidad –sigue ella-, es para mí escribir. Es en apariencia una actividad solitaria, pero se llena de vida, de ideas, de personajes, de momentos inolvidables e imborrables. Bailé alguna vez con la felicidad sin estar sola, lo hice de un modo extraño y fue desde la escritura.
La mujerita hace una pausa, y de nuevo intenta retener la atención del literato selecto, y la de aquellos pelagatos frustrados:
-Tal vez pueda explicar ese baile de la siguiente manera: Sucede en un tiempo determinado, real o ficticio. Coincido en ese tiempo esencial, en esa razón escondida que habita en algún rincón de la vida, y un día despierta, percibe un sonido especial y comienza a bailar, tal como lo hacen las palabras cuando empiezan a vivir.

Continuará...

viernes, 13 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: COMPÁS DE ESPERA




Viernes, 11 de abril de 1980

Esta mañana eran las doce y aún no se han presentado los de ANDEN; aunque, a fuer de sinceros, ya deberíamos ir acostumbrándonos al horario nica; donde sobra tiempo para la prisa y falta tiempo para la calma. Así, pues, nos fuimos a San Ramón a llevar las cuartillas que harían de cordón umbilical con España, y allí comimos, regresando a El Horno hacia las tres de la tarde. En nuestra ausencia habían llegado los de ANDEN, y al parecer se encuentran en Wabule.
Leí después "Un manicomio llamado Tierra” de Law Space; y después estuve cantando para aliviar el estado de tensión nerviosa que me entró por el mes y medio que llevamos de inactividad, y el hecho de no estar aún fijos en ningún lugar.


miércoles, 11 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: PROBLEMAS DE DESTINO




Jueves, 10 de abril de 1980

Hemos bajado de nuevo a San Ramón. Aún estaban allí Paco Melcón y Jesús Poncela (los que inicialmente ubicaron en San Pablo), y Sagrario y Ramón; que todavía no habían encontrado destino. A las dos parejas las han ubicado en Yasica Sur*. Sobre las tres de la tarde, Paco, mi compañero, ha llevado a Ivania, una brigadista de Sabalete, a Matagalpa, pues al parecer se cayó el sábado pasado de un caballo y le han entrado fuertes dolores. Desde luego, la muchacha estaba en un grito. Sobre las cinco llegaron los responsables de la comisión de San Ramón, Lolita y Edgard, de ubicar a las dos parejas de Yasica, y le conté nuestro problema de destino: que en San Andrés no teníamos casa, nadie nos recibió y la hacienda se encontraba alejada de las arterias de comunicación; y en El Horno no queríamos estar con Danilo, el responsable comarcal, después del incidente de los bolígrafos, tras las vacaciones de Semana Santa; y que además estábamos en una situación tirante, pues pretendía darnos órdenes tajantes que nosotros no aceptábamos; pues hemos venido como asesores técnico pedagógicos, y como tales, a discutir los aspectos técnicos y pedagógicos de la Cruzada; no como subordinados a hacer lo que buenamente quisieran algunas personas. Quedamos en que mañana a las diez de la mañana vendrían a El Horno a resolver nuestro problema de destino.
A las seis de la tarde llegó Paco de Matapalpa, donde internó a Ivania en el hospital; y sobre las seis y media, regresamos a El Horno en el jeep de don Basilio, el personaje interesado en la meditación trascendental, el mismo que nos llevó ayer hasta la hacienda San Andrés, y que pasaba hoy por aquí, como casi todo aquí en Nicaragua, por casualidad.

(* En relación con Paco Melcón y Jesús Poncela, finalmente recalaron en la hacienda de Beto Prado, en la comarca de Guadalupe. No obstante, es posible que en aquel momento fueran ubicados transitoriamente en alguna hacienda de Yasica Sur, como nosotros mismos lo estuvimos en El Horno; y Sagrario Santamaría y Ramón Barajas fueron ubicados en la hacienda La Grecia, ésta sí, en la comarca de Yasica Sur. Mantengo lo que escribí, y sirva esta nota de aclaración).


Brigadista. El Horno 1980

lunes, 9 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: PRIMERAS CLASES DE LA CRUZADA




Miércoles, 9 de abril de 1980

Un tal don Basilio, personaje interesado en la meditación trascendental, como yo lo estoy ahora en el espiritismo, nos llevó esta mañana a la hacienda San Andrés, donde teníamos intenciones de quedarnos. Pero no nos esperaba nadie y nadie se preocupó de buscarnos alojamiento en esta hacienda; por lo que en la tarde regresamos de nuevo a El Horno.
Estuvimos, no obstante, de visita a la hacienda Alsacia, donde comimos los típicos alimentos, arroz, frijoles, cuajada y tortilla de maíz. Y vimos en acción, ¡por fin!, a las tres brigadistas de esta hacienda. La Cruzada, para nosotros, ya está en marcha; aunque no estamos muy conformes en esta hacienda.




Fuente de la foto:
http://www.planetaellas.com/2011/08/16/meditacion-trascendental-para-todos/



miércoles, 4 de abril de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: FIN DE VACACIONES Y REGRESO A EL HORNO




Lunes, 7 de abril de 1980

Hoy hemos madrugado, levantándonos a las cinco y media. Mario y Miguel nos trajeron hasta San Ramón, no sin antes hacer unas compras en Matagalpa. A las diez llegaron los coordinadores españoles a San Ramón, tratamos diferentes problemas y a la una menos veinte de la tarde llegamos a El Horno.
Repasamos las cosas y comprobamos que durante nuestra ausencia nos habían desaparecido: a mí, dos bolígrafos de más valor sentimental que económico, un espejo, dos películas de fotos y dos cuadernos, y a Paco, su miniagenda y cinco cajas de cerillas.
Leí después las cartas que recibí el miércoles.
Escribimos a algunos amigos de Salamanca; y luego dialogando con la dueña hasta las nueve de la noche en que nos fuimos a la cama.


Martes, 8 de abril de 1980

Hoy he dado contestación a mis gentes de España; asentado ya el ambiente tras las vacaciones de Semana Santa. No hay que perder en modo alguno el cordón umbilical que me une a mis raíces, y separado por la distancia y el océano, al menos me une la lengua y la correspondencia. Así, pues, bienvenidas, cartas, y bien llegadas seáis, pues dais a los míos noticias de mí.
Resumiendo un poco de lo más interesante de lo ocurrido desde que regresamos del Pacífico y partimos hacia estos confines de la civilización, sintetizo lo siguiente:
24 de marzo: en Managua enferma un compañero por intoxicación, lo que obliga a retrasar el viaje. Ya en Matagalpa, dormimos en el suelo junto a ataúdes, en casa de la familia Largaespada.
25 de marzo: desaparecen los chóferes. Seguimos en Matagalpa.
26 de marzo: se discuten los problemas de separación de parejas; el embajador echa un discurso sobre las condiciones de vida en el departamento, y Paco otro sobre el aspecto sanitario.
27 de marzo: partimos hacia San Ramón, y de aquí a El Horno.
28 de marzo: día de asueto. No hicimos nada por falta de brigadistas.
29 de marzo: bajamos a San Ramón a buscar brigadistas. Dormimos en San Ramón y hubo tiroteo.
30 de marzo: ubicamos a las brigadistas en El Horno.
31 de marzo: realizamos el censo de la hacienda Santa Lucía, en el que invertimos, viaje incluido, un total de siete horas.
1 de abril: no hubo actividad alguna por falta de órdenes concretas.
2 de abril: enferman dos brigadistas de malaria. Partimos de vacaciones a Managua, pues nos vinieron a buscar.
3 a 6 de abril: vacaciones para visitar a los familiares.
7 de abril: regresamos de Managua. Hubo reunión en San Ramón y se trataron problemas de ubicación.
8 de abril: absolutamente nada ni a nivel social ni a nivel pedagógico.
Las brigadistas ya han sido repartidas por las distintas haciendas de la comarca. Unas pocas se quedaron en El Horno, donde los asesores también tenemos nuestro “cuartel general”; las demás se repartieron por las haciendas de Mil Bosque, Alsacia, San Andrés, Santa Lucía y Wabule.

lunes, 2 de abril de 2012

ORGANIZACIÓN DE LA CRUZADA




ORGANIZACIÓN DE LA CRUZADA


(La Orbada, 14 de marzo de 1981)


Ángela, mi patrona,
pues de alguna forma hay que llamarla,
alfabetizará en San Lucas de Somoto,
Anay rendirá armas en Waslala,
Iovania partirá para Nueva Guinea,
hasta El Diamante se llegará Ada,
quedará Elba con los populares de Managua,
por el país repartidas se ubicará a otras tantas.
Cuidando de las casas quedarán
doña Elba, Ena y Marta,
mientras en Santa Marta Julia y Luz Marina
levantarán la cultura a Matagalpa.
Y en Santa Celia,
Ruth y Xiomara.
Niñas aún, de quince a veinte años
subieron con arrojo a la  montaña;
a abandonar sus juegos infantiles
y a luchar con la vida cara a cara.
Ángela, Anay, Ada,
Iovania, Ena, Marta,
vamos a cooperar todos
en esta cruel batalla.
Julia, Luz Marina,
Elba, Ruth, Xiomara,
ya sabéis que Nicaragua es pobre
y es preciso ganar la Cruzada.