(CICLO DEL AMOR Y DEL OLVIDO: OCASO)
21
HE ANDADO MUCHOS CAMINOS
He andado muchos caminos
He abierto muchas veredas
He navegado en cien mares
Y atracado en cien riberas.
Y mi triste experiencia me dice
Con la trémula voz de mi emblema:
-¿Tú quién eres, qué dices, qué ves
En tu idolatrada princesa?
Tú la amas, la miras, la quieres,
La..., muchas cosas, mas ella
Ni te quiere ni te corresponde,
Ni... ¿qué decir más?, mil doncellas
Mil veces más buenas, más guapas,
En el mundo hallarás, más que ella.
Olvídala, te aconsejo, amigo,
El amor es virtud y... ¿la tienes?, siquiera
Que tu idolatrada amiga
A tu amor correspondiera-.
Yo pienso, reflexiono, medito,
Pues por algo no soy un cualquiera.
He visto en el mundo mujeres
Más bonitas, más dulces, más bellas.
Cien parajes distintos he visto
Y en cada uno cien almas en pena.
Yo no sé si es embrujo o es milagro
Como el charro poeta dijera;
Lo que sé es que en mi alma ha dejado
Su entusiasta esbeltez de doncella.
Yo la quiero y no sé si me quiere,
Piensa si es dolorosa tristeza.
Hace tiempo la vi, y desde entonces
No he vuelto a cruzarme con ella.
Iba bella, elegante y altiva.
Al pasar por mi lado, certera,
Su sonrisa suave clavóme.
Desde entonces, ¿cuántos sueños llevas?
Dímelo, no me hagas esperar,
Que experiencia, que entiende de penas,
Me consuela el dolor de pensar.
Si son muchos, me alegro, pequeña,
Que a mi alma es preciso aliviar.
Si son pocos, cállate, de penas
El tedio, me temo, me habrá de matar.
Mas veo que callas, serena
La luna en el cielo, presagio, estará.
Mil congojas el alma me llena
Por tu falso amor, hechicero y fugaz.
Mi experiencia sonríe: simplezas
De tu amor, me dice, te han de matar.
Mi lengua habla y mi voz reverbera:
Eras sabia y no quise estimarte,
Perdona, experiencia, la vida entera
Te la debo a ti, siempre suplicante.
¡Si Cupido su arco hacia mí no volviera!
Y aunque he andado por muchos caminos
Y he abierto muchas veredas,
Y aunque he navegado en cien mares
Y he atracado en mil riberas,
Y aunque he visto parajes distintos
Y en ellos las almas en pena,
De un súbito y cruel desengaño
La moral de mi alma se serena.
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