Viernes,
21 de marzo de 1980
Hasta que pasó el coche a recogerme para
partir durante el fin de semana hacia el Pacífico, estuve hablando con Ángela
de la Revolución Popular Sandinista.
La excursión al Pacífico tuvo sus dimes y
diretes debido a las disensiones internas y al antagonismo libertad versus coacción
de que vino precedido, pero que al final, la habilidad, la diplomacia, y las
ganas de desentumecer el cuerpo del calor de la capital se aposentaron en todos
nosotros.
Domingo,
23 de marzo de 1980
Tras regresar del Pacífico, este domingo fue
otro de descanso, cuando ya Ángela se había ido a alfabetizar.
Junto a la estatua de Rubén Darío tenía
lugar el acto de despedida de los brigadistas, mientras en el establecimiento
frente a la gasolinera de Altagracia estuve meditando unas dos horas.
Luego estuve con uno de los chavalos de la
casa y otro amigo suyo. Después preparé la maleta. Mañana, lunes, partimos para
Matagalpa, pero antes haré un ligero balance de estas tres primeras semanas en
tierra americana.
Lo primero que descubrí en Nicaragua fue
la falsa impresión del país en que me encontraba. El Hotel Camino Real
contribuyó a ello. Pero pienso que es el más aristocrático de Managua y constituirá
más bien la excepción a la regla general.
Después se descubre la realidad. La
Managua desolada por el terremoto del 72 y la vegetación aposentándose en sus
cuadras; las casas semiderruidas y semiconstruidas, en piedra y madera en
lastimosa conjunción; los paisajes exóticos de belleza del complejo volcánico
del Masaya; el mercadillo de esta misma capital departamental, los lagos de
Managua y Nicaragua, las islas exóticas de este último lago; las montañas que
rodean, perfilan y ambientan este país; el pueblo baleado y pobre de Estelí; la
magnífica y señorial Granada; las mansiones de La Boquita y Casares; el mar de
Balboa, inmenso, imponente; el contraste entre la pobreza y la riqueza de
Acahualinca a Rafaela Herrera; y la más tremenda realidad, más aún que estas
injusticias sociales, de un estado latente de guerra civil; hostigamientos
diarios hacen que el pueblo esté como cualquier volcán de su corta geografía:
dormidos aún, pero listos a explosionar quién sabe cuándo.
"A
vosotros mi lengua no debe ser extraña (...)
Soy
un hijo de América, soy un nieto de España."
(Rubén
Darío: ¿Que signo haces, oh Cisne...?)
Hay, sin embargo, otra realidad que me
impresionó más favorablemente, y es la riqueza lingüística que se descubre en
este país. La lengua de Cervantes, que es la nuestra, tiene aún largos siglos
de existencia, gracias a América.
Hay giros, modismos, connotaciones,
sinónimos, antónimos, palabras con doble sentido y doble significado y palabras
que cambian totalmente de significación según se hable en la metrópoli o en las
antiguas colonias.
También hay palabras de vigente valor
hoy, que quedan anquilosadas y de poco uso en España, al menos eso me parece, y
que resultan tan ágiles y dinámicas pronunciadas en Nicaragua. Por eso mismo,
porque mantienen el valor de la palabra, porque su idioma tiene savia nueva, es
por lo que presiento que nuestra lengua tiene aún largo futuro; y además porque
somos muchos los que hablamos, rezamos y pecamos en la lengua de Rubén.
![]() |
En los acantilados de Casares (Nicaragua). 22-03-1980 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario