miércoles, 15 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: ÚLTIMAS HORAS EN MANAGUA



Viernes, 21 de marzo de 1980

Hasta que pasó el coche a recogerme para partir durante el fin de semana hacia el Pacífico, estuve hablando con Ángela de la Revolución Popular Sandinista.

La excursión al Pacífico tuvo sus dimes y diretes debido a las disensiones internas y al antagonismo libertad versus coacción de que vino precedido, pero que al final, la habilidad, la diplomacia, y las ganas de desentumecer el cuerpo del calor de la capital se aposentaron en todos nosotros.

Domingo, 23 de marzo de 1980

Tras regresar del Pacífico, este domingo fue otro de descanso, cuando ya Ángela se había ido a alfabetizar.
Junto a la estatua de Rubén Darío tenía lugar el acto de despedida de los brigadistas, mientras en el establecimiento frente a la gasolinera de Altagracia estuve meditando unas dos horas.
Luego estuve con uno de los chavalos de la casa y otro amigo suyo. Después preparé la maleta. Mañana, lunes, partimos para Matagalpa, pero antes haré un ligero balance de estas tres primeras semanas en tierra americana.


Lo primero que descubrí en Nicaragua fue la falsa impresión del país en que me encontraba. El Hotel Camino Real contribuyó a ello. Pero pienso que es el más aristocrático de Managua y constituirá más bien la excepción a la regla general.
Después se descubre la realidad. La Managua desolada por el terremoto del 72 y la vegetación aposentándose en sus cuadras; las casas semiderruidas y semiconstruidas, en piedra y madera en lastimosa conjunción; los paisajes exóticos de belleza del complejo volcánico del Masaya; el mercadillo de esta misma capital departamental, los lagos de Managua y Nicaragua, las islas exóticas de este último lago; las montañas que rodean, perfilan y ambientan este país; el pueblo baleado y pobre de Estelí; la magnífica y señorial Granada; las mansiones de La Boquita y Casares; el mar de Balboa, inmenso, imponente; el contraste entre la pobreza y la riqueza de Acahualinca a Rafaela Herrera; y la más tremenda realidad, más aún que estas injusticias sociales, de un estado latente de guerra civil; hostigamientos diarios hacen que el pueblo esté como cualquier volcán de su corta geografía: dormidos aún, pero listos a explosionar quién sabe cuándo.


"A vosotros mi lengua no debe ser extraña (...)
Soy un hijo de América, soy un nieto de España."
(Rubén Darío: ¿Que signo haces, oh Cisne...?)

Hay, sin embargo, otra realidad que me impresionó más favorablemente, y es la riqueza lingüística que se descubre en este país. La lengua de Cervantes, que es la nuestra, tiene aún largos siglos de existencia, gracias a América.
Hay giros, modismos, connotaciones, sinónimos, antónimos, palabras con doble sentido y doble significado y palabras que cambian totalmente de significación según se hable en la metrópoli o en las antiguas colonias.
También hay palabras de vigente valor hoy, que quedan anquilosadas y de poco uso en España, al menos eso me parece, y que resultan tan ágiles y dinámicas pronunciadas en Nicaragua. Por eso mismo, porque mantienen el valor de la palabra, porque su idioma tiene savia nueva, es por lo que presiento que nuestra lengua tiene aún largo futuro; y además porque somos muchos los que hablamos, rezamos y pecamos en la lengua de Rubén.


En los acantilados de Casares (Nicaragua). 22-03-1980

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