lunes, 12 de marzo de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: EN LA HACIENDA SANTA LUCÍA




Lunes, 31 de marzo de 1980

Esta mañana me despertaron las brigadistas que dormían en la antesala cuando se pusieron a cantar.
Luego, pasamos el día en la hacienda Santa Lucía donde fuimos a censar analfabetos, un guía o baquiano, cinco brigadistas, Paco y yo. En la comida usamos Salvacolina para prevenir la diarrea y la colitis, pues las aguas no son muy dulces y potables que digamos, y más vale prevenir que curar.
De regreso a El Horno, tuvimos una charla con Zenia, la responsable de las brigadistas, y después jugando a resolver acertijos con unas compañeras brigadistas. Después, relajándome en la cama, recordando los recientes tiempos de mi vida en España, mientras Paco sigue con las brigadistas impartiendo su cotidiana clase de medicina, su auténtica y frustrada vocación.
Hoy termina marzo. Ha transcurrido un mes y aún no hemos comenzado la Cruzada. Ayer no más llegaron las brigadistas; al campesinado apenas lo conocemos, no tenemos censo ni datos fiables, carecemos de material didáctico, carecemos de prácticamente todo, pero tenemos y disfrutamos de lo fundamental: de una férrea voluntad.




El baquiano. Entre El Horno y Santa Lucía 1980

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