Martes,
1 de abril de 1980
Me he levantado a las siete y media de la
mañana. Como no hay nada que hacer, al menos en apariencia, después de
desayunar he seguido durmiendo, luego seguí leyendo "Historiadores de
Indias" y cuando me aburrí de leer, estuve haciendo el cartón de la tabla
ouija para conectar con los muertos. Después de la sesión de espiritismo la
víspera de nuestra partida a América, hemos tenido un mes de ajetreo tal que
apenas hemos tenido tiempo auténticamente libre, si bien hemos tenido mucho
tiempo de ocio. Por ello hasta hoy no más no he tenido ocasión de hacer el
cartón, el primer paso para poder conectar en el futuro. Nos falta aún la copa
y después ocasión para jugar.
En la tarde hice otro cartón con el mismo
fin, después de haber estado jugando con las brigadistas a sociodramas de
preguntas y respuestas. Este sociodrama consiste en dividir a un grupo en dos
partes, es decir, como si se formaran dos equipos, con idénticos componentes.
Un grupo escribe en un papel preguntas, y el otro grupo escribe respuestas.
Cada uno escribe las preguntas y respuestas que quiera, sin consultar con
nadie. Luego se intercambian al azar los papeles, pasando las preguntas a
quienes escribieron respuestas, y éstas a quienes escribieron preguntas. Luego,
también al azar, se leen las preguntas escritas, y el contrario que esté enfrente
le contesta la respuesta que posee en el papel escrito. La gracia del juego
consiste en la ilógica coordinación de la respuesta con la pregunta formulada,
por aquello de que qué tendrá que ver la velocidad con el tocino.
En la noche jugamos también a este tipo
de sociodrama y a otro juego que se desarrollaba más o menos en los siguientes
términos:
“El grupo corea: Fulano robó el pan en la
casa de San Juan.
Fulano: ¿Quién, yo?
El grupo: Sí, tú.
Fulano: Yo no fui.
El grupo: ¿Entonces, quién?
Fulano: Fue Zutano.
El grupo: Zutano robó el pan en la casa
de San Juan.
Zutano: ¿Quién, yo?
El grupo: Sí, tú.
Zutano: Yo no fui.”
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