Viernes,
13 de junio de 1980
Esta mañana se han ido los mandadores y
Richard con ellos. Por la tarde, estuve supervisando a los tres grupos
escolares, y rogué a los campesinos que avisaran a sus compañeros que debían
asistir a las clases; no sé si conseguiremos que vuelvan pues son bien reacios.
Paco ha estado socializando el Diario de
campo con Patricia, y las muchachas han estado haciendo el control de las UAS.
Yo por mi parte, he visto que ha pasado el día y la semana y no me he enterado.
Estando ocupado el tiempo pasa veloz, bien que se sabe.
He estado pasando la investigación
militante que Ada, Marta, Julia y Patricia han hecho de la hacienda Santa
Marta. Esta es una síntesis:
Geografía: Limita al norte con La Lima, al sur con
Santa Celia, al este con Monte Cristo, y al oeste con las montañas. Está
rodeada de bosques, cerros, colinas, montañas y pequeños ríos a los que se les
da el nombre de criques. Para acortar el camino hay que caminar por lomas.
Actividades: La producción es fundamentalmente
agrícola, se produce café, aunque también existe el plátano y algunos árboles
de cítricos. Los distintos trabajos que se realizan son: podar, abonar, sembrar
café y desherbar. Estos trabajos lo desarrollan unas ciento cincuenta personas.
También hay algún ganado de leche que se utiliza para las haciendas de Santa
Marta y Santa Celia.
Movimientos
migratorios: Su
población es de unas sesenta personas, pero en su mayoría la hacienda es
trabajada por campesinos que viajan constantemente y el setenta por ciento de la
población se moviliza hacia otras zonas. Cada quince días, el día de pago, unas
veinte o treinta personas se van y en cambio vuelven otros. Por lo general
tienen terreno y viajan solo en el tiempo que no están sembrando para ganar
algún dinero. Vienen de todas partes de Nicaragua, especialmente de las minas
de La India en León, aunque también los hay de Santa Rosa, San Pablo, El Naranjo, Sabana
Grande, El Jicaral; ya que en estos lugares viven sus familias y algunos de
ellos tienen allá un pedazo de tierra.
Salud: No hay ningún centro de salud
cercano; pero existe un botiquín médico para los trabajadores. Las enfermedades
más comunes son la anemia por la falta de vitaminas en su alimentación; diarrea
y lombrices en los niños, calentura, artritis, tos, dolor en el cerebro, en las
espaldas, parásitos y reumatismo. Malaria. Son producto del desaseo, falta de
higiene, tipo de trabajo, descuido. Hasta ahora se están construyendo letrinas,
antes no las había. Se les atiende por medio de un doctor del INRA en
Matagalpa, que sirve a toda la comunidad, pero no desarrolla ningún programa, y
por un encargado de salud que recibió un curso de primeros auxilios. La posible
forma de solución es poner un dispensario y un médico permanente, pues no
existen otros servicios de salud.
Medios
de comunicación: Solo
existe radio, que lo posee el diez por ciento de la población; la escuchan a
las cuatro de la mañana, pues a esa hora ya están levantados por su trabajo y
por la tarde están descansando.
A Santa Marta se llega por camino y
trocha (atajo para llegar más rápido). Hay dos carreteras en lados opuestos.
Una que va a La Lima
y sigue la carretera que va a Matagalpa. La otra va a la hacienda Santa Celia,
pasa por el empalme de la hacienda El Cantón y sigue la carretera a San Ramón.
La carretera está en muy mal estado, y la están componiendo, pues con las
lluvias no se podía transitar. Están procediendo a echarles piedras y abrieron
una nueva carretera.
Historia: Era una pequeña finca de veinte
trabajadores, de Guillermo Trewin que se llamaba La Constancia, cambiándole el
nombre por Santa Marta. En este tiempo las casas de los trabajadores eran
rústicas, parecidas a chozas, con techo de tejas y unas cuantas tablas que
medio tapaban las paredes.
La finca se convirtió en hacienda cuando
la administró el hijo de Guillermo Trewin, llamado Enrique Trewin, quién mejoró
la finca, hizo construir mejor las casas de los campesinos, las hay de
ladrillos de barro, de tablas de madera y de cinc, distribuidas en cuartos con
una pequeña cocina y un patio; mandó construir cuatro buenos campamentos para
los mozos y amplió la cocina, pero no les pagaba bien a los campesinos y les
exigía trabajar más.
Con el cambio de propietario se tenían más
manzanas para el cultivo del café y campesinos de otros lugares vinieron aquí
para trabajar. Algunos se quedaron, se casaron, procrearon hijos y de esa forma
la población fue creciendo. Hoy hay unas cuarenta casas.
Enrique Trewin era paramilitar, por lo
que con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista y el gobierno
revolucionario pasó a manos del pueblo. Ahora esta hacienda es administrada por
el INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria).
No existe producción artesanal, ni talleres
ni fábricas. Solo hay un taller de carpintería, del cual sacan tablas para
hacer sus viviendas y también postes para los cercos.
No hay servicios de agua y de energía; la
luz se produce a través de un motor, en la hacienda. La luz es buena y se ocupa
en toda la hacienda.
La migración se da por razones de
trabajo, durante todo el año en periodos variables, de quince días, un mes y
hasta seis meses.
Educación: Antes de la
Cruzada no existían ni escuelas, ni maestros, ni expectativas de mejorar en el
futuro. El ochenta por ciento de la población es analfabeta, todos se han
integrado de lleno en la alfabetización, se imparten las clases en el
comisariato y en la casa hacienda. Existe buena asimilación y participación.
Hay problemas visuales en algunas personas, pero aún así asisten diariamente.
Organizaciones
sociales: Sólo existen la ATC (Asociación de Trabajadores del
Campo) y las milicias populares sandinistas. Ambas tienen buena acogida y
participación.
La ATC existe desde hace unos cuatro
meses, se reúne en una casa con corredor que llamaban “la Rata” o “el comisariato”;
en el sindicato se recogen fondos para ayudar en algún problema de algún
compañero, el aseo de la hacienda, vela por los intereses de la hacienda y
ayuda a levantar la producción. Organiza fiestas y piñatas para los niños. En
estas actividades participa un diez por ciento de la comunidad; esta escasa
participación se debe a la falta de concientización de la comunidad, y a que el ATC
anterior no estuvo muy organizado. Hay falta de ánimo en la gente.
El programa que más gusta es el Correo de
las tres de la tarde; y El Mensajero del Norte, éste por la mañana y por la
tarde; los avisos, por oír música ranchera, y noticias por darse cuenta de lo
que pasa.
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