miércoles, 29 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: CON DESTINO A EL HORNO




Jueves, 27 de marzo de 1980

Por fin tras la tercera noche matagalpina y una vez que aparecieron nuevamente los chóferes, que oficialmente fueron secuestrados y trasladados a Managua, partimos. Atrás había quedado Managua y la autopista panamericana; ahora discurríamos por sendas polvorientas y curvas semipronunciadas. En una de esas curvas nos desviamos hacia San Ramón, viendo como el otro autobús seguía adelante por la carretera del Tuma. En Matagalpa quedaron unos pocos compañeros. San Ramón sería la segunda estación de destino, y en él quedé apeado junto con otras parejas. Momentos después el autobús parte con el resto de los compañeros a San Dionisio, Matiguás y Muy Muy. En San Ramón comimos, gallopinto, por supuesto, y en la tarde comienza la reubicación. Jesús Poncela y Paco Melcón llegaron hasta San Pablo*; Pepe el gallego y Luis el de León llegaron hasta unos once kilómetros de San Ramón, en la hacienda Los Pinares; y Paco y yo llegaríamos hasta unos tres kilómetros más adelante, en El Horno. A otros los trasladaron hasta Uluse (Eloy Medel y José Luis Cardó), y hasta Pancasán (José Manuel Arias, el asturiano y Andrés Gil, el de Guadalajara). José Luis Marín y Pedro el de Soria quedaron en San Ramón.
Poco después de nuestra llegada a El Horno cerró la noche. Cenamos gallopinto, y que no falte, y en el desván que se nos destinó como alcoba preparamos la cama que sostendrán unos cuerpos que, si Dios no lo remedia, comenzarán un proceso de adelgazamiento. Algo se nota ya.
Nuestra casa hacienda está junto al camino y dos personas al servicio de la dueña escoltan nuestro sueño. Es hermoso dormir despreocupado y sintiéndose seguro, pero a veces pienso el sacrificio de esclavos que tiene que soportar la servidumbre.
Por nuestra seguridad ellos se turnan y velan para que nosotros durmamos, y ellos acaso arriesgan su vida en un acto que acaso nosotros no sepamos agradecer ni valorar. Pero pienso que todo ello tiene sus raíces en la inestabilidad política y las desavenencias sociales, y en la psicosis de miedo que hace ver el peligro mayor de lo que realmente es. Pero así es la vida.

(* Aunque siempre creí que Paco y Jesús estuvieron en San Pablo, y así consta en mi Diario, recientemente he sabido que en realidad estuvieron en Guadalupe. Mantengo lo que escribí y hago esta aclaración).


Comarca de El Horno. Nicaragua 1980


lunes, 27 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DESAPARECEN LOS CHÓFERES




Martes, 25 de marzo de 1980

Tras la primera noche matagalpina junto a los ataúdes apilados en el portal de la familia Largaespada, llegó un nuevo día y con él el probable viaje definitivo a los confines de la civilización, previsto para la una y media de la tarde. Por la mañana abrimos una cuenta corriente en el Banco Nacional que cuidara de nuestros ahorros de córdobas, que no de dólares. Por la tarde, llegó la hora prevista y los autobuses estaban preparados, pero... faltaban los chóferes No hubo forma de encontrarlos por parte alguna. Se dio cuenta a la policía sandinista de Matagalpa, los cuales hicieron infructuosa su búsqueda. Llegó la noche segunda y en casa de la familia Largaespada, Toñi, como buena sevillana, nos animó la velada con bailes de su tierra, aunque a alguno, no sé si entendido en la materia, su exhibición le resultó floja. Estuvimos los mismos de la noche anterior, excepto Ernesto, el canario.


Miércoles, 26 de marzo de 1980

Tras la noche segunda, transcurrió el día tercero íntegro. A la desaparición de los chóferes se añade la psicosis de inestabilidad y peligro, por los rumores y bulos sobre las causas de la desaparición: que si los detuvo la propia Policía Sandinista; que si los secuestró la contra; que si ésta tenía apoyos de infiltrados en el grupo; que si los habían matado; que si esto, lo otro y lo de más allá. El propio embajador en persona acude a Matagalpa a darnos una dosis de moral que no necesitábamos pese a asegurársenos que íbamos a estar perdidos entre las montañas. Preparativos de cazuelas y demás cacharros a utilizar en la montaña si se hicieron, pero ¿para qué?
Fuimos después en Matagalpa al cine Perla a ver "Un día de furia animal”; una película buena, pero muy cortada.
Seguimos durmiendo en casa de la familia Largaespada; si bien hoy hemos venido pocos: Matilde, Encarna, Paco el zamorano; Pepe el gallego, Cesáreo, Jordi, Paco y yo (la mitad).
Prácticamente se puede decir que hoy ha sido día libre toda la jornada.


Matagalpa. 1980

viernes, 24 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: LLEGADA A MATAGALPA



Lunes, 24 de marzo de 1980

Cuando por fin hoy lunes, 24 de marzo, íbamos a partir a nuestro destino, un compañero cae enfermo debido a una intoxicación de mariscos producida el día anterior, por lo que se le ha de trasladar a Estelí. Resuelto provisionalmente el percance, con retraso sobre el horario previsto, partimos hacia Matagalpa, ciudad a la que llegamos cuando el dios Febo iba a acostarse con el ocaso y las primeras luces comenzaron a iluminar la ciudad.
Cenamos en el Hotel Don Diego, y luego nos aposentamos en casa de la familia Largaespada, en el barrio de Guanuca.
La primer noche tétrica en la casa particular que gentilmente nos acogió en su seno fue agradable porque en cierto modo fue una experiencia más; remedando la canción, eran quince conmigo (Matilde, Toñi, Encarna, María José, Anselmo, César, Cecilio, Paco el zamorano, Jordi, José María el extremeño, Ernesto el canario, Pepe el gallego, Juan Verger, Paco y yo), y tres dormimos en el pasillo con un simple colchón de espuma separándonos de la frialdad del suelo. Los tres éramos el canario, Paco y yo. Lo agradablemente tétrico era dormir teniendo a mi izquierda tres féretros apilados para otros tantos cadáveres; afortunadamente para la humanidad, tales ataúdes no se usaron, pese a que los hostigamientos nocturnos, balas que nunca supe de blanco cierto, eran el pan nuestro de cada día.
¿No es una hermosa experiencia dormir en el suelo con tres féretros -vacíos- junto a uno? A veces es agradable cambiar la rutina diaria, y si encima se es protagonista de estos espectáculos tragicómicamente macabros, se obtiene un inmenso placer.
Bien es cierto que eran quince conmigo, pero no es menos cierto que pude haber dormido en una mullida cama, en un pasable sofá o en una incómoda silla; pero al dejar estos lugares para doce compañeros, tres preferimos, aposta, tener la cama de los muertos -quizá en un intento de suspirar por ella que en su día no nos falte- al lado.
Tétrico, macabro, lúgubre, soez, maquiavélico, loco, tarado, perturbado, lo que se quiera, pero dulce y placentera por esta nueva experiencia –pese a haber dormido ya al cielo raso y lejos de mi hogar en los campos de mi España- fue mi primera noche en esta hermosa ciudad entre montañas, perla del Septentrión, patria de Fonseca, Matagalpa.

Y como he mencionado una canción, transcribo la letra de “Eran treinta con él"; de Luis Enrique Mejía Godoy.

"Le decían bandolero
por mirar al sol de frente
quería tanto a su pueblo
no quería ser presidente.
Aprendió de la montaña
y de su reino animal
que hay que matar la serpiente
y su veneno mortal.
Y se fue, y se fue,
eran treinta con él...
Dejar la casa, la milpa
es jodido pero es bueno.
Por pensar así a Sandino
lo llamaron bandolero.
Fue su ejército de niños,
mujeres y hombres descalzos
quería tanto a mi tierra
a mi tierra Nicaragua.
Y se fue, y se fue,
eran treinta con él...
Que linda se ve la compañera
haciendo la guardia
en el campamento guerrillero.
Que linda se escucha una mazurca
bajando los cerros con los clarineros
en la madrugada.
¡Que linda se escucha
la Adelita
que canta Pedrón
con su batallón
rumbo a Waslala...!
“Si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar
si por mar
en un buque de guerra
si por tierra
en un tren militar...”
¡Y se fue, y se fue,
eran treinta con él...!”





miércoles, 22 de febrero de 2012

MEMORIAS DE FORO: LA HERMANA LUCÍA (y 2)




Continuación de La hermana Lucía



Pero mi dicha no podía durar mucho. La esperanza de felicidad de que me hablaba la hermana Lucía ni me la enviaba Dios ni me la daba ella, y me hacía sufrir más. No me atrevía a declararle mi amor y menos mi deseo. Como de viva voz no me atrevía, un día le dejé un mensaje en verso en mi mesilla de noche, con mi torpe caligrafía: "Hermana Lucía, si mucho la quiero de noche, más la quiero de día", le había escrito.
Lo dejé a la vista en mi mesilla de noche, como digo, y aquel día salí antes a recoger cartones por Valladolid, por no verle la expresión de sorpresa que pondría cuando leyera mi atrevida declaración de amor.
Ella recogió el mensaje.
Pero en contra de lo que esperaba, mi atrevido mensaje no supuso la llegada de la felicidad que creía que iba a darme, y sí una frustración más, como no podía ser de otra forma en mi vida.
Yo esperaba que la hermana Lucía fuera discreta, se confabulara conmigo, y buscara el momento de proporcionarme la felicidad de que tanto hablaba en forma de placer. Al fin y al cabo, le había dicho que la quería.
Sin embargo, ser discreta y confabularse conmigo podría significar callar y consentir, y eso, a sus ojos de monja, debía de ser pecado.
El caso es que dio cuenta a la madre superiora, dejándole el mensaje como prueba de mi atrevimiento, y aquella noche, tras los rezos vespertinos, quien fue a verme fue la propia madre superiora.
Me comentó que al día siguiente saldría del convento, pues el mensaje había sido obra del demonio, que a través de mí lo había puesto en aquellas santas manos con el fin de incitarles a la tentación, y que mi convalecencia había terminado, pues muy enfermo no podía estar, sino más bien rebosante de salud, quien confesaba con tal atrevimiento tan ardorosos y obscenos deseos.
Yo no había escrito nada de eso, aunque confieso que tal era mi pensamiento, y en vano rogué que me dejaran permanecer en el convento. A sus ojos era un diablo, o un enviado del diablo, y a la mañana siguiente se me expulsó del convento. Fue una nueva frustración por culpa de la carne, y a los ojos de las monjas supuestamente curado cogí el tren para Salamanca, y regresé al pueblo tras ocho años de ausencia.

Algún tiempo después, con la picazón del amor aún en el pecho, cuando aún no me resignaba a vivir sin la monjita, le envié una carta a la hermana Lucía, con la siguiente poesía salida de mi caletre:

Hermana Lucía: Esta carta impregnada de amor
humildemente ha llegado a sus manos.
No la desprecie, es la prueba mejor
de demostrarle una vez más que la amo.
Que no me crea, que sí me crea.
Créame pues que le soy sincero
y le digo que la amo de veras
y por usted daría el universo entero.
No le miento. ¿Qué interés en ello iría?
En la vida hay momentos de flaqueza
y así fue como pude cierto día
contemplar su hermosura y su belleza.
Y la amé. Y aún hoy la sigo amando.
Dejó usted en mi corazón huella profunda,
poquito a poco vamos caminando
y mi amor llegará hasta la tumba.
No se ofenda. Dígame por qué no me ama.
Y si me ama, ¿por qué no me lo ha dicho?
Es inútil andarse por las ramas.
Mañana puede ser tarde para un florecer marchito.
Quiérame. Es muy corta la existencia
y es preciso vivir de la ilusión,
una ilusión que nace de la ausencia,
una ausencia que me llena el corazón.
Ámeme. Piense siempre que el dolor
nace de la frustrada ansiedad,
y estoy ansioso, muy ansioso de amor,
de su amor, Lucía mía, y de felicidad.
Hermana Lucía: Una carta impregnada de amor
humildemente ha llegado a sus manos.
Guárdela. Es una prueba más, no la mejor
de demostrarle que verdaderamente la amo.

Ya voy viejo y cansado. Pero mientras pueda, no me resigno y seguiré escribiendo mis memorias. En relación con la presente historia, no les puedo contar, porque lo ignoro, si la hermana Lucía recibió la carta, o por el contrario, le fue interceptada dentro o fuera del convento. Sí puedo asegurar que de la misma jamás obtuve respuesta.




Valladolid. 2011

lunes, 20 de febrero de 2012

MEMORIAS DE FORO: LA HERMANA LUCÍA (1)



LA HERMANA LUCÍA


Ya voy viejo y cansado, fatigado por el peso de las desdichas de mi vida, pero quisiera tener los suficientes arrestos para terminar de escribir mis memorias, antes de que me lleven al saúco a ser pasto de los gusanos. Tal vez sean mis memorias lo único positivo que he hecho en mi vida, pero tampoco estoy seguro que me aproveche gran cosa. Tal ha sido la secuencia y consecuencia de mis desgracias.
Para situarnos en esta historia previamente debéis saber que trabajé en las industrias del norte, me metí en la industria huyendo de la miseria del campo, y me fue solo regular. Ganaba más que en el campo, eso es cierto, pero el puesto al que me destinaron era de alto riesgo, y lo fui perdiendo en salud. No tuve valor para protestar. A veces me acordaba de que yo era de los más rebeldes protestando ante los ricachones del pueblo, desafiándoles cuando la República con la serie de razones clásicas, ya sabéis: la tierra para el que la trabaja; el patrón al paredón; viva Castilla obrera, rebelde y comunera; etcétera, y tramaba, siempre que el trabajo me desbordaba, irme a quejar al gerente de la empresa. Pero nunca lo hice. El fantasma del despido y el tener que volver al pueblo a mendigar tareas de las que ya había huido, o a comer República, como cuando los amos, ricachones y terratenientes, nos retrucaban las consignas, dejándonos sin trabajo, o rebajándonos el salario, me detenían, e intenté, como siempre, tirar para delante como pude. Seis años duró mi experiencia en el norte, antes de caer desmayado, casi sin aire en los pulmones, en pleno trabajo.
Los compañeros fueron activos y me llevaron rápidos al hospital. No sé si escribir si afortunada o desafortunadamente, porque mi vida ha sido tal rosario de desdichas que me pregunto si para esto merece la pena vivir.
Pero en el hospital se dedican a salvar vidas, y así salvaron la mía. Cuando ya se comprendió que no corría peligro, y podía valerme por mí mismo, me enviaron a un convento de Valladolid a pasar mi convalecencia y ayudar en lo que podía.
Dos años estuve en el convento de monjas, y pasé algún rato agradable, pues tampoco puedo decir que fuera aquella la época más feliz de mi vida. Demasiado monótona y aburrida al principio, cuando me encomendaron recorrerme todo Valladolid en busca de cartones y papeles, que ellas vendían después y con los que colaboraba a mi sustento. Pese al trabajo, pues tenía que patearme muchas calles para intentar llenar medio carro, y gracias; pues eran cartones regados y no cepos, como en mi infancia, lo que buscaba; era lo que con más gusto hacía, pues tenía algo de libertad, pese a mi convalecencia. Dentro del convento, entre rezos y oraciones, se me hacía aburrida la estancia.
En él llevaría como dos meses cuando un día en el rezo vespertino dio un vuelco mi vida. Desde siempre, y aún hoy, se me forma una nebulosa cuando intento recordar aquella noche y los rezos de la misma, no soy capaz de dar con los detalles, pero lo cierto es que desde aquella noche me enamoré de la hermana Lucía.
Esta monjita era la encargada de la limpieza de mi habitación, aunque yo no lo sabía. Lo supe después, cuando por el placer de verla ponía pretextos de mi convalecencia para no salir a recoger cartones. Fingía estar enfermo, y en cierto modo de amor lo iba estando, para quedarme en la cama y no salir por Valladolid.
El médico no me descubría nada anormal fuera de lo ya conocido, pues fiebre no tenía, pero descubrí que era precisamente la hermana Lucía la encargada del aseo de mi habitación.
Era servicial y cariñosa, y era un placer conversar con ella. Tenía habilidad para preguntar las cosas, y así le fui contando retazos de mi vida. Cualquiera de esos retazos era un monumento a la desdicha. Me aconsejaba que tuviera resignación, pues Dios lo había querido así. Yo, por amor a ella, le comentaba que resignación tenía, pues no quedaba más remedio, pero que Dios también podía proveerse de darme algún momento de felicidad.
-Ya la tendrá usted, Foro, tenga fe en Dios -me decía la hermana Lucía.
Me lo decía en un tono genérico, inexpresivo, catequizando, pero yo, enfermo de amor hacia su persona, lo tomaba como una esperanza que ella me daba, de que precisamente ella era la encargada de hacerme feliz.
Así fue pasando el tiempo, a veces salía a recoger cartones, por darle gusto a la hermana Lucía, cuando hacía buen tiempo, pues decía que el sol era fuente de salud, pero remoloneaba para salir más tarde e invariablemente regresaba siempre más temprano.

(Continuará…)




Valladolid. 2011

viernes, 17 de febrero de 2012

A UNA NOVIA MUERTA



A UNA NOVIA MUERTA

(Salamanca, 25 de enero de 1977)

“Y el corazón me dice que no te olvidaré”
(José Angel Buesa)

Eras una niña de largos cabellos,
hermosos y bellos, de trigo el color.
Llevaban tus labios la impronta o el sello
de leve sonrisa que oculta al dolor.
Tres meses, tres meses, un mes de febrero
la muerte tirana de plazo te dio.
Viviste tres meses intensos, intensos,
amando la vida cual nadie la amó.
Feliz si lo fuiste, dichosa en extremo,
sintiéndote amada y derrochando amor.
El mundo, eso es cierto, quedaba pequeño
al alma tan noble de tu corazón.
Odios y venganzas... No estaba tu puesto
en este cruel mundo, de por sí traidor.
Tres meses más tarde volaste hacia el cielo
y allí, aún más hermosa, le hablabas a Dios.
Leucemia el diagnóstico, un mes de febrero
diote tristes nuevas y al tiempo un amor.
Sigue su curso la vida y tu recuerdo
sigue en quién te amó grabado en su dolor.
Mayo, fue en mayo: rompió la muerte el sello
y tu alma volaba al encuentro de Dios.


Cementerio de La Orbada.  2008

miércoles, 15 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: ÚLTIMAS HORAS EN MANAGUA



Viernes, 21 de marzo de 1980

Hasta que pasó el coche a recogerme para partir durante el fin de semana hacia el Pacífico, estuve hablando con Ángela de la Revolución Popular Sandinista.

La excursión al Pacífico tuvo sus dimes y diretes debido a las disensiones internas y al antagonismo libertad versus coacción de que vino precedido, pero que al final, la habilidad, la diplomacia, y las ganas de desentumecer el cuerpo del calor de la capital se aposentaron en todos nosotros.

Domingo, 23 de marzo de 1980

Tras regresar del Pacífico, este domingo fue otro de descanso, cuando ya Ángela se había ido a alfabetizar.
Junto a la estatua de Rubén Darío tenía lugar el acto de despedida de los brigadistas, mientras en el establecimiento frente a la gasolinera de Altagracia estuve meditando unas dos horas.
Luego estuve con uno de los chavalos de la casa y otro amigo suyo. Después preparé la maleta. Mañana, lunes, partimos para Matagalpa, pero antes haré un ligero balance de estas tres primeras semanas en tierra americana.


Lo primero que descubrí en Nicaragua fue la falsa impresión del país en que me encontraba. El Hotel Camino Real contribuyó a ello. Pero pienso que es el más aristocrático de Managua y constituirá más bien la excepción a la regla general.
Después se descubre la realidad. La Managua desolada por el terremoto del 72 y la vegetación aposentándose en sus cuadras; las casas semiderruidas y semiconstruidas, en piedra y madera en lastimosa conjunción; los paisajes exóticos de belleza del complejo volcánico del Masaya; el mercadillo de esta misma capital departamental, los lagos de Managua y Nicaragua, las islas exóticas de este último lago; las montañas que rodean, perfilan y ambientan este país; el pueblo baleado y pobre de Estelí; la magnífica y señorial Granada; las mansiones de La Boquita y Casares; el mar de Balboa, inmenso, imponente; el contraste entre la pobreza y la riqueza de Acahualinca a Rafaela Herrera; y la más tremenda realidad, más aún que estas injusticias sociales, de un estado latente de guerra civil; hostigamientos diarios hacen que el pueblo esté como cualquier volcán de su corta geografía: dormidos aún, pero listos a explosionar quién sabe cuándo.


"A vosotros mi lengua no debe ser extraña (...)
Soy un hijo de América, soy un nieto de España."
(Rubén Darío: ¿Que signo haces, oh Cisne...?)

Hay, sin embargo, otra realidad que me impresionó más favorablemente, y es la riqueza lingüística que se descubre en este país. La lengua de Cervantes, que es la nuestra, tiene aún largos siglos de existencia, gracias a América.
Hay giros, modismos, connotaciones, sinónimos, antónimos, palabras con doble sentido y doble significado y palabras que cambian totalmente de significación según se hable en la metrópoli o en las antiguas colonias.
También hay palabras de vigente valor hoy, que quedan anquilosadas y de poco uso en España, al menos eso me parece, y que resultan tan ágiles y dinámicas pronunciadas en Nicaragua. Por eso mismo, porque mantienen el valor de la palabra, porque su idioma tiene savia nueva, es por lo que presiento que nuestra lengua tiene aún largo futuro; y además porque somos muchos los que hablamos, rezamos y pecamos en la lengua de Rubén.


En los acantilados de Casares (Nicaragua). 22-03-1980

lunes, 13 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DISENSIONES INTERNAS



Miércoles, 19 de marzo de 1980

Hoy es San José, es miércoles y toca Resochín.
Esta mañana sobre las ocho, hemos tenido una reunión en asamblea de grupo los españoles para tomar una decisión ante la postura de Palomares de ir al Pacífico. Firmamos comprometiéndonos a no ir en tanto no se abriese una lista voluntaria en la que solo se apuntaran los que quisieran ir, sin obligar a nadie.
Luego, sobre las diez, continuamos el Taller, en el que se representó un sociodrama simulado de diálogo con los campesinos.
A las doce nos trasladamos de la UCA a la UNAN donde comimos y estuvimos con María Auxiliadora, la muchacha de Granada que conocimos la semana pasada, a la cual invitamos a la fiesta de mañana por la noche en la Casa de España.
Con María Auxiliadora estaríamos hasta las tres menos cuarto en que volvimos al Taller, donde desde las dos y media estaban en Plenario discutiendo el Manual del Brigadista. Luego, en el propio Taller, se nos impartió una interesante clase de serpientes, a la vista de ejemplares de ofidios, muertos, claro está, que debían de pertenecer a la UCA.
A las seis terminamos el Taller y tuvimos una reunión de ''acuse de recibo" de Palomares; en la que decidimos ratificarnos en sostener la postura de no ir al Pacífico. También en esta reunión se nos informó en la forma en que íbamos a estar organizados en la Cruzada. Iríamos al menos por parejas, a veces tres juntos, pero nunca individualmente; luego sólo podemos alfabetizar en veinticinco zonas de Nicaragua. El departamento de Matagalpa, al que iremos destinados, nos lo han dividido en dos zonas a efectos de ubicación: Matagalpa y Matiguás. Como nos dejaron escoger entre ambas zonas, Paco y yo, que componemos una de las veinticinco parejas formadas, escogimos Matagalpa.
Una vez en casa, escribí a mis gentes de España.


Jueves, 20 de marzo de 1980

A las nueve de la mañana tuvimos una asamblea en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, a donde fui con Matilde y Jesús el de La Rioja. En la asamblea, Palomares se retractó de su postura; concedió la lista abierta voluntaria y quedamos en ir al Pacífico.
Sobre las once de la mañana terminó la asamblea y tuvimos el día libre. Estuvimos en el minimercado de Las Colinas; después comimos en la casa donde se aloja Paco, y por la tarde estuvimos con Ligia de compras en el Centro Comercial Managua y en el Supermercado.

A la hora prefijada nos acercamos a la puerta del establecimiento Mac Donald a esperar a María Auxiliadora, y a otra amiga suya, de nombre Eva María, a las cuales habíamos invitado a cenar a la Casa de España.
La velada se pasó agradablemente, cenando y bailando. Allí nos juntamos un mogollón de gente, todos nosotros y bastantes representantes de las casas donde nos hospedábamos; de mi casa fueron Ángela y Margot y Alina, una vecina hermana de Chico. De casa de Paco fueron las dos familias completas; Mario, donde se hospedaba, su mujer y sus hijas y los papás de Marta Graciela y ésta misma. Como además lleváramos a María Auxiliadora y a Eva María, juntamos un buen núcleo familiar entre los dos, aunque no llegábamos ni por asomo a los dieciocho invitados que llevó Encarna.
Durante la fiesta, Paco estaba más solicitado que un empleo en España, porque las tres mesas que teníamos que atender estaban separadas; por un lado, Mario, Miguel y Marta Graciela, por parte de Paco; por otro lado, Ángela, por parte mía; y en una tercera mesa, María Auxiliadora y Eva María, a las que gentilmente habíamos invitado los dos y a las que no nos ligaban más lazos que una incipiente amistad y la simpatía de conocer que tenía familiares suyos en nuestra tierra.
Como Paco tenga bastante atractivo para las mujeres, involuntariamente (porque, en definitiva, qué culpa tenía él), ocasionó una lucha sorda y silenciosa entre María Auxiliadora y Marta Graciela, por retenerlo; la primera con la ventaja de la edad y la experiencia, y la segunda ayudada por los requerimientos que Mario le hacía a Paco de vez en cuando para atender, no precisamente a él, sino, y bien que Auxi lo notaba, a Marta Graciela. ¡Ay, estas mujeres! ¿Qué decir de ellas?

 Una vez terminada la fiesta, regresamos a nuestros lares.


Grupo de brigadistas cenando.  Madrid 1990



viernes, 10 de febrero de 2012

RELACIÓN DE BRIGADISTAS ESPAÑOLES EN LA CNA




Hago públicos los nombres de los 55 miembros que participamos en la Cruzada Nacional de Alfabetización de 1980 en Nicaragua. La relación está clasificada por orden alfabético de apellidos, seguido de la provincia por la que fuimos, señalando con una cruz a los seis compañeros que han fallecido.
Si la lista contiene algún error, este es involuntario. Aquí los componentes:

Jefe de Misión:
Pedro Palomares González. Ciudad Real

Coordinadores:
Enrique Álvarez Paredes. Lugo
Rafael Farré Pascual. Barcelona (+)
Jesús Paz Fernández. Madrid
Mercè Románs Xiquet. Barcelona (+)

Brigadistas:
Ramón Aguilar Carrasco. Jaén
Antonio Alcántara Carballido. Sevilla
José Manuel Arias Vidal. Asturias
Miguel Ángel Arteaga Fernández. Albacete
Ramón Barajas Carrascosa. Jaén
José Manuel Barrio Fernández. Madrid
Rafael Bravo Martín. Sevilla
José Luis Cardó García. Zamora
Casimiro Fernández Díaz. Lugo
Andrés Fernández Montalbán. Madrid
Aurelio Fresán Zaratiegui. Navarra
Blas Frutos Muñoz. Ciudad Real
Francisco Javier García Bresó. Ciudad Real
José Andrés Gil Dongil. Guadalajara
Francisco Jesús Gutiérrez Soto. Madrid
José Antonio Jiménez Escobar. Badajoz
Manuel Jiménez Gutiérrez. Ávila
Bonifacio Jiménez Jiménez. Ávila
Luis Javier López Echebarrieta. Vizcaya
Inmaculada López Sanz. Guadalajara
Luis Machado Gutiérrez. León
Antonio Víctor Marín Blázquiz. Navarra
José Luis Marín Pérez. La Rioja
María Candelas Martínez Martínez de Pinillos. Madrid
Pedro Ángel Martínez Sánchez. Soria
Eloy Medel Lucas. Burgos
Francisco Melcón Beltrán. León
Julia Monje Alfaro. Madrid
Francisco Javier Pérez Escalada. Cuenca
José Pérez Pérez. Lugo
Anselmo Plaza González. Palencia
Jesús Poncela Valencia. Valladolid
Ernesto Quintana Ascanio. Canarias (+)
Julio Río Galilea. La Rioja
José María Rodríguez Guzmán. Badajoz
Francisco Rodríguez Oterino. Zamora
María Josefa Sánchez Alonso. Palencia
Francisco Emiliano Sánchez Pérez. Salamanca
Sagrario Santamaría Jiménez. Segovia
Josefina Sintés Janer. Baleares
Miguel Soria Serrano. Cuenca
Cecilio Salvador Teruel Carrión. Valencia (+)
Cesáreo Tolsada García. Albacete (+)
Matilde Toribio Blancas. Teruel
Jesús Valmala Calvo. La Rioja
Isidro Velasco Calvo. Salamanca
María Encarnación Velasco Ortiz. Madrid
Juan Verger Gamundi. Baleares (+)
Jordi Vives Conesa. Tarragona
Antonia Fernanda Zarapico Povedano. Sevilla

Hasta aquí la lista. De entre ellos, quiero tener un recuerdo especial por aquellos que nos han dejado: por Cecilio, César, Ernesto, Juan, Mercè y Rafa. Vaya por ellos, allá donde estén, este modesto homenaje.


Brigada Española en la CNA. 1980

miércoles, 8 de febrero de 2012

EXCURSIÓN AL PACÍFICO




EXCURSIÓN AL PACÍFICO


“El hombre del conocimiento disfruta sobre el mar, y el hombre de la virtud goza sobre las montañas; porque el sabio es inquieto y el virtuoso pacífico”. Confucio.


Llevaba tres semanas de estancia en Managua, y para finalizar esa tercera semana, sabiendo que mi próximo destino serían las sierras de Matagalpa, alejado del mundanal ruido, decidí entrar en contacto con el mar, puesto que las ganas de desentumecer el cuerpo del calor de la capital se aposentaron en mí.
Eran sobre las tres y media de la tarde de un viernes, cuando partí camino del Pacífico, y en poco más de una hora me di cita con el mar. A menos de doscientos metros del Pacífico, la carretera se desvía para llegar a La Boquita, pueblo que queda como a dos kilómetros al norte del cruce, y cuya playa se extiende considerablemente tanto al norte como al sur. La carretera discurre en paralelo al mar, y a éste fui contemplando en su inmensidad. Y llegué. Atravesé una mansión señorial con su desván de madera, donde en la anteportada tres pequeños guacamayos hicieron mis delicias. Entré en contacto con la fauna tropical, llena de vistosos colores para recreo de la vista. Y tras la mansión del pueblo, que me impidió provisionalmente la vista de lo inmenso, nuevamente el agua y la playa. No eran aún las cinco de la tarde, las míticas cinco en sombra de la tarde, cuando decidí recrear y tonificar la debilidad de mis azules ojos en la inmensidad marina. Y participar. Tímidamente y con las precauciones debidas penetré por la arena en el agua de la bajamar. El agua era extremadamente salada para mi gusto, pero al menos mitigaba la canícula solar. Tras el baño, la ducha al aire libre, y luego la relajación, charlando con los lugareños, en la casa señorial. Subido en el balcón de la misma contemplé una vez más, -¿y van cuántas?-, el contacto del cielo con el agua allá donde mi vista se perdía, evocando relatos de Robert Stevenson, de Walter Scott, de Emilio Salgari, mientras más profanamente saboreaba un sabroso bocadillo.
Luego, por la noche, el ron Flor de Caña y otras bebidas más ligeras atravesaban mi reseca garganta, junto a alimentos sólidos que mitigaran el hambre, para al final descansar a posta en el suelo de tablas de una habitación de la casa.
Al día siguiente, sábado, me desplacé a desayunar a Los Casares, y allí desde por la mañana disfruté del mar, descubrí sus acantilados, y el tronar con estrépito de las olas al romperse contra las macizas piedras que la circundan.
Me aventuré entre esos riscos a disfrutar del descubrimiento de la fauna marina, y observé junto con el espumeante batallar de las olas, las enormes pinzas de unos grandes cangrejos marinos, que más tarde, durante la siesta, protagonizaron una de mis pesadillas.
No hacía mucho que había visto una película, -no recuerdo ahora su título-, en la que los insectos se hacían inmunes a los productos creados para destruirlos, y arrasaban a la especie humana, y con ella a toda la civilización. En la pesadilla de aquella siesta "veía" como aquellos cangrejos que observé por la mañana se disponían a tragarme hasta el fondo marino. Al llegar a este punto de mi sueño me desperté sobresaltado, y contemplé como, afortunadamente, estaba en el mismo lugar donde había pernoctado la noche anterior.
Regresé a La Boquita. Y por la tarde, volví a disfrutar del mar, esta vez en La Boquita. Fue un maravilla ver la puesta del sol en la inmensidad marina, y por la noche pernocté en lugar de en las tablas de la mansión, en una cama del hotel donde aquel mediodía había comido.
En la mañana del domingo regresé a Managua, a preparar mi próximo viaje a las virtuosas montañas de Matagalpa, remansos de paz, y abandonando con pena el mar, tras haberlo disfrutado cual sabio inquieto, dando por finalizada así mi excursión al Pacífico.


El autor en el Océano Pacífico. 1980

lunes, 6 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: INMERSOS EN EL CUARTO TALLER



Lunes, 17 de marzo de 1980

Seguimos con el Taller. Haciendo una excepción de estos días pasados en que comíamos fuera, hoy comimos en la propia UCA (Universidad Centroamericana).
El resumen del Taller queda como sigue:
A las ocho y media a.m.: Lectura en célula de temas políticos.
- Célula Una: tema tres.
- Célula Dos: tema siete.
- Célula Tres: tema ocho.
Consultar vocabulario de las páginas ciento siete a ciento dieciséis del Cuaderno de Lecto Escritura (CLE).
Contestar a preguntas de cada tema político asignado.
A las nueve y media a.m.: Lectura en célula de las páginas dieciséis a dieciocho y veintiuna a veinticinco del CLE.
A las diez y media a.m.: preparación y ensayo del diálogo y diez pasos didácticos (fusión de células de ambas escuadras).
A las dos p.m.: Hacer sociodramas de animales.
A las tres p.m.: Ensayo del diálogo de los pasos didácticos.

Como novedad, los coordinadores españoles nos dijeron que el jueves, veinte de marzo, había una fiesta en la Casa de España y que nos pasaríamos el fin de semana próximo en la Costa del Pacífico.


Martes, 18 de marzo de 1980

Pese a dar prioridad a la política sobre la pedagogía, el Taller, no obstante, también era instructivo. En este Cuarto Taller compuse el primer poema nica, "Una nueva libertad", un canto de Nicaragua para Nicaragua en cuatro estrofas que sintetizan la vida del brigadista maestro desde que sale de su casa de la ciudad hasta que regresa nuevamente a ella, cumplido el objetivo de la Cruzada Nacional de Alfabetización: combatir la ignorancia.
El resumen del taller es el que sigue:
A las ocho y media a.m.: Contestar a las siguientes preguntas formuladas:
Primera: ¿Por qué se puede afirmar que el arte es un arma de la Revolución? ¿Cómo lograrlo?
Segunda: ¿Cómo se podrían aprovechar las diversas expresiones artísticas (música, dibujo, poesía, teatro, etc.) en la tarea de la alfabetización?
Las respuestas dadas a las anteriores preguntas fueron las que siguen:
Primera: Desde el momento en que el arte es capaz de llevar al pueblo un mensaje de compenetración y expresión de sus ansias de liberación, y desde el momento que ayuda a tomar conciencia de su unidad como pueblo, podemos afirmar que la música, la poesía, el canto y todas las diversas formas de expresión artística conforman una verdadera arma revolucionaria de paz y de cultura.
La mejor forma de conseguirlo es dirigiendo el arte a las masas populares y no sólo hacia determinada clase social privilegiada.
Segunda: Dado que nuestro campesinado tiene diferentes manifestaciones artísticas no explotadas, se podría incentivar al campesino para que mediante estas manifestaciones exprese sus intereses y problemas; y también mediante el arte se puede ayudar al campesino a comprender los logros y objetivos de la Revolución, y lo que es más importante, incentivarlo a que él dé soluciones a sus propios problemas
A las once a.m.: Sociodrama de inventiva. Compuse "Una nueva libertad". Aunque inicialmente estaba destinado para canción, al final lo retoqué definitivamente como poema.

Sobre las doce del mediodía, Palomares nos repitió lo mismo que ya nos anticipó ayer respecto a la fiesta de la Casa de España y del fin de semana de asueto junto al Pacífico.
A las cinco de la tarde, llegó Jesús Paz a tomar medidas de prendas y otros utensilios para la montaña, para lo cual tuvimos que requerir la colaboración de jóvenes nicas, pues la denominación de las tallas no tiene el mismo significado en Nicaragua y en España.

Terminado el Taller, fuimos Rafa Farré, Paco y yo a casa de Mario, donde residían Paco y Mercedes, a buscar a Marta Graciela, hija de un vecino de Mario, para ir al Teatro Rubén Darío, en el cual se representaba una obra de Valle Inclán. Cuando llegamos a casa, no estaba Marta, y a trancas y barrancas llegamos los tres, Paco, Rafa y yo, al Teatro, donde, en definitiva, tampoco pudimos entrar, pues se habían agotado las entradas. Ignoro el aforo del Teatro Nacional, pero el solo hecho de agotarse las entradas ya es un indicio positivo del nivel de aceptación que tiene el teatro español y que dice mucho del actual régimen en sus esfuerzos a favor de la cultura.
Fracasado nuestro esfuerzo por asistir a la representación teatral, nos encaminamos a La Botija; y allí en una larga y distendida conversación le contamos a Rafa nuestras aventuras salmantinas en los siete años que hace que nos conocemos Paco y yo; luego sobre las nueve nos fuimos para casa. El taxi que tomamos dejó a Paco y a Rafa en su barrio de Rafaela Herrera y en ese mismo taxi me fui a mi barrio de Altagracia.
Una vez en él, platicamos el vecino y yo un rato en la calle y sobre las diez y media nos metimos para adentro.

Contraportada del Cuaderno de Lecto Escritura


viernes, 3 de febrero de 2012

UNA NUEVA LIBERTAD



UNA NUEVA LIBERTAD
(Managua, Nicaragua, 18 de marzo de 1980)


Te digo adiós, mamá, me voy a la montaña,
te digo adiós, mamá, me voy de la ciudad;
te dejo porque el pueblo me alienta a la Cruzada
y al "compa" campesino iré a alfabetizar.
La lucha ya está en marcha, el pueblo no se detiene,
y está en nuestro objetivo la ignorancia derrotar;
las armas son bien simples, el lápiz, la cartilla,
la azada y el arado, la tiza y el mural.
Se queda el campesino alegre en la besana,
el abecé ha aprendido dentro del cafetal;
la lucha ha terminado y vuelve la Cruzada
cantando himnos de gloria de nuevo hasta su hogar.
Hola, mamá, ya estamos de vuelta de la montaña,
hola, mamá, ya estamos de vuelta a la ciudad;
la ignorancia hemos vencido y ya tañen las campanas
porque goza Nicaragua de una nueva libertad.


Regreso de brigadistas. Nicaragua 1980

miércoles, 1 de febrero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: TERCER DOMINGO EN NICARAGUA




Domingo, 16 de marzo de 1980

El primer domingo, el de nuestra llegada, lo pasamos de edificio público a edificio similar, con las autoridades nicas y españolas, agotador. El segundo, cuando aún no nos habíamos acostumbrado al clima de Managua, calor tropical que contrastaba seriamente con el frío español que hacía una semana habíamos abandonado, lo dedicamos a la recolección del algodón, para levantar al país de la miseria, bien que ya hacia el final, al filo del mediodía, me permití un largo descanso, y la tarde fue de asueto en la propia casa donde residía, pues no tenía ánimo para más.
El tercer domingo nos sorprendió en pleno Cuarto Taller. Había que comenzar la Cruzada pronto, en lo que se refería a la acción, pues en lo tocante a los preparativos ya se habían realizado tres talleres, y no se podía desperdiciar el tiempo. Así pues, el tercer domingo matinal transcurrió en la UCA, en el taller.
El resumen del mismo queda como sigue:
A las ocho a. m.: Exposición en plenario.
1) Objetivo, proceso de elaboración general y descripción general de:
- cuaderno de lecto-escritura (CLE)
- cuaderno de orientaciones.
- cuaderno de escritura.
2) Descripción y justificación de los temas del CLE.
Los pasos que en el mismo se deben de seguir son los siguientes:
a) diálogo a través de la foto.
b) hacer hincapié en la palabra subrayada.
c) después en la sílaba.
d) hacer notar entre mayúsculas y minúscula.
e) escribir la sílaba.
f) formar palabras con todo lo anterior, cuidando la ortografía.
g) lectura de sílabas a derechas, al revés, etc.
h) leer y escribir palabras y oraciones, con uso de los signos de puntuación.
i) dictado; teniendo presentes los errores ortográficos
j) caligrafía.
Entre las actividades que realizamos:
1) Lectura y análisis de la página siete del CLE.
2) Lectura y análisis del capítulo dos del CLE (páginas doce y trece).
3) Lectura y análisis de las páginas dieciséis a veintiuna.
4) Sociodrama de lecciones.

Sobre las dos de la tarde dimos fin al taller del día, con la intención de jugar un partido de baloncesto, de básquet, que después no celebramos por falta de personal; ya que por una u otra causa quedamos solo cuatro, yéndonos Paco, Andrés el de Guadalajara y yo a comer a “La Gitana”, donde estuvimos hasta las cinco menos cuarto aproximadamente. Luego, los tres quedamos para la tarde noche en asistir a una discoteca, el Tom Boy, situada en el Camino de Oriente. Andrés y yo llegamos a la hora en punto fijada, las siete y media de la noche; y estuvimos más de veinte minutos esperando a Paco, que al final no se presentó.
Penetramos pues en la discoteca, que resultó ser un lugar reservado para bailar en un bar normal y sin el juego de luces que caracteriza a las discotecas.
Andrés y yo no bailamos y nos dedicamos a una toma de contacto personal para conocer nuestras impresiones y problemas dentro del ámbito español. Sobre las diez de la noche, tras más de dos horas, decidimos dar fin a la fiesta del domingo. El residía cerca de allí, no así yo, que haciendo "raid" y al final en taxi, ayudado por varios jóvenes nicas que se prestaron para conseguirme ambos, ya que es difícil conseguirlos durante la noche, recorrí los aproximadamente seis kilómetros que separan Camino de Oriente de Altagracia. En el trayecto y en varios puntos de Managua a los que no identifiqué por desconocimiento de su geografía, oí varios tiroteos, a los cuales ya nos íbamos acostumbrando.

Página 7 del Cuaderno de Lecto-Escritura