miércoles, 11 de enero de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: RECOGIDA DE ALGODÓN



Domingo, 9 de marzo de 1980

Este domingo ha sido el día que más he madrugado. Aún no había despuntado el alba y las estrellas aún brillaban en el firmamento, por lo que recordé las mañanitas estivales de mi infancia cuando con mis padres iba a trabajar nuestra hacienda en el indómito terruño de nuestros campos.
 Hoy también iba a trabajar en el verano nica. La economía está en crisis y se hace preciso levantar el país a base de los denominados domingos sandinistas; domingos de trabajo voluntario en los que la población acude a trabajar en la recogida del algodón por el mismo jornal que les darían si permanecieran plácidamente en el lecho, es decir, gratis. Las haciendas confiscadas a Somoza y allegados suman muchos miles de manzanas, más de la mitad del país; en ellas, ahora propiedad del Estado, es donde se celebran estos domingos sandinistas.
Nosotros llegamos a la hacienda La Carolina, en la carretera de Tipitapa, sobre Cofradía; y allí gocé de la experiencia nueva de la recogida del algodón. Varios centenares de personas nos congregamos en el algodonal y con el saco atado al cinto y el sombrero bien calado comenzamos la tarea. Íbamos por un valle recogiendo dos surcos a la vez. El calor tropical pende sobre nuestras cabezas, acrecentado más por la falta de aire, que no corre entre el algodonal. A medida que avanza la mañana hemos de levantar la cabeza fuera de la altura del algodón para que el escaso aire que corra refresque nuestros rostros.
Sobre el mediodía tropical abandonamos el trabajo después de haber llenado un par de sacos de bolas blancas, de algodón en rama. Con agua, plátanos y sandías refrescamos nuestras bocas resecas y descansamos a la sombra de la vivienda de la hacienda. Unos antes y otros después, todos vamos abandonando el trabajo, y allí en la hacienda quedan una nueva experiencia y varios centenares de sacos llenos de copos blancos recogidos por un valor de cero jornales y que puestos en venta representarán varios miles de pesos que ayudarán a no ser tan gravoso el déficit de la economía nicaragüense.
Porque aunque Nicaragua es un país con enormes recursos naturales, la dictadura, la guerra civil y la crisis internacional de la economía la han reducido a la miseria. Y por algo hay que empezar la recuperación. Por ello la solidaridad internacional de la que nosotros formábamos parte debíamos de cooperar, y por cierto que lo hicimos. Después, comimos junto al río Tipitapa, y por la tarde, ya en casa, nos ganamos un merecido descanso.
Tras la reconfortante ducha estuve leyendo un libro de poemas titulado “In Extremis”, del autor nicaragüense Guillermo Menocal Gómez; pero como consecuencia del madrugón de esta mañana no me aprovechó su lectura a causa del sueño, por lo que a las cinco de la tarde me acosté una hora, hasta las seis; luego, repuesto del sueño, estuve platicando con Ángela hasta las nueve aproximadamente, en que, ya noche cerrada, pusimos fin al día.


Recogiendo frijoles. 2009


Recogida de algodón. Nicaragua 1980


No hay comentarios:

Publicar un comentario