Sábado,
8 de marzo de 1980
Pese a llevar poco tiempo en Nicaragua y
haber solo un avión semanal, seguimos intentando contactar con España, y a
nuestros amigos de España escribimos hasta que continuaron dándonos el
interesante cursillo de primeros auxilios que iniciamos ayer.
Por la tarde otro de los lugares que
visitamos fue el Canal Dos de la
Televisión Sandinista. Allí vimos un documental sobre el
genocidio del pueblo nica, con el tabletear de las ametralladoras, los rockers
caídos de los pájaros de acero, la masacre a manos de la Guardia Nacional. La
sinopsis pudiera ser: Somoza estaba decidido a exterminar Nicaragua y no
escatimaba medios para ello. Pero el pueblo logró organizarse alrededor del
FSLN y desde valles, montañas, haciendas y poblados iban haciéndose fuertes en
Nicaragua, hasta que al fin llegó el día de la victoria.
Sobre las cinco de la tarde terminó el
documental y nos trasladamos acto seguido a la Carretera de Masaya, kilómetro
diez y medio, zona tres, número veintiocho, residencia oficial de la Casa de
España, donde en un jardín con exóticos frutos tropicales tuvimos una asamblea
para sopesar las posibilidades que teníamos de seguir trabajando a nuestro
regreso a España. Las posibilidades no son muchas, pues en nuestro contrato no
hay ninguna. No obstante, la reunión sirvió para sacar conclusiones
provisionales acerca de la personalidad y de los intereses de algunos de los
miembros del grupo. Comenzó en esa reunión otro mundo de ilusiones.
Terminada la reunión sobre las ocho y
media de la noche, regresamos Matilde y yo en un taxi por quince córdobas a
nuestro barrio de Altagracia, y en el taxi me esperaba otro descubrimiento de
esta sorprendente Nicaragua.
No mires el taxímetro, no lo encontrarás
en parte alguna. Si quieres viajar en taxi de una parte a otra, pregunta antes
cuanto te va a cobrar por realizar tal viaje; si te interesa, coges el servicio,
y si no te interesa, puedes esperar al siguiente. Pero ten en cuenta esta
recomendación: antes de montar, pregunta, si en verdad quieres evitar una
sangría de tu dinero, recuerda que todo está en crisis y los pesos no son
eternos, sobre todo si no hay ingresos estables. Por otra parte una vez puedes
pagar más del valor real del servicio, lo puedes interpretar como una propina
exigida, pero no está bien que te roben constantemente y además a ojos vista.
Generalmente cuando viajas a un país
extranjero lo haces con unas ideas prefijadas de la idiosincrasia y costumbres
de ese país, pero todo es escaso y te encuentras con una enorme caja con
caudales de sorpresa. Los taxis en Nicaragua no funcionan ciertamente como en
España. En España tomas un taxi, das al conductor una dirección, este acciona
la palanca para el cambio de libre a ocupado, se pone en marcha el taxímetro, y
al final del trayecto, sin preguntar, sabes el valor del servicio. En
Nicaragua, no. En Nicaragua puede que haya escasez de transportes públicos
mayoritarios -autobuses y camionetas de las distintas rutas marchan siempre a
rebosar-, pero hasta un servicio público discrecional y aristocrático como es
el taxi, tiene su historia. Aquí no funciona el taxímetro, dudo que lo
conozcan; si quieres conocer el importe del trayecto pregúntalo al chofer,
-palabra aguda-, antes de montar, en evitación de que te cobren de más, y no
esperes ir tranquilo hasta el punto de destino. Un viajero tomado antes o el
siguiente viajero desconocido de dos cuadras más arriba, o la familia que salió
de compras y ha de ir al siguiente barrio lateral son tus compañeros; no tengas
prisa por llegar a casa, hay que servir a todo el mundo y no se pueden
desaprovechar diez o doce pesos que reporta el viajero que se quiere acercar
quizá a la cuadra anterior a la suya. Deje su comodidad viajera rehuyendo de
sus enemigos en su propio país, y aquí viaje tranquilo, aunque incómodo, pues
en este país, ya se ve, sobra tiempo hasta para la calma.
Parada de taxis. Miranda de Ebro 2011 |
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