Miércoles,
30 de abril de 1980
Al amanecer de este día tenía veintisiete
córdobas e intenciones de ir a Matagalpa. Hoy cumplía el segundo mes y aún no
sabíamos nada del envío de divisas, por lo que el lunes pasado habíamos quedado
en reunirnos hoy en Matagalpa. Cuando tras desayunar nos disponíamos a bajar,
llegó Ana Rosa, la delegada comarcal de Yúcul, que también lo es de nuestras
haciendas. Tras una breve reunión entre los asesores y Ana Rosa, bajamos
después a Matagalpa, como teníamos previsto. Nos acompañaron Cándida, Julia y
Luz Marina, que aprovechó la ocasión para mirarse en el hospital. Cuando la
miraron, pues fuimos todos juntos, nos dirigimos a comer a Los Pinchitos, donde
nos encontramos con el grueso de la misión española, y Palomares nos dijo que
ya estaba metido el dinero en el banco. Antes de comer, pues ya era tarde y el
banco podía cerrar, fui a sacar dos mil quinientos córdobas, de los cuales mil
quinientos se llevó Paco y con mil me quedé yo.
Paco tenía intenciones de ir a Managua a
pasar el "puente" del primero de mayo, y se fue a casa de los
coordinadores. Yo me quedé con Luz Marina, Cándida y Julia. Compramos comida,
en la que invertí ciento sesenta y un córdobas y me corté el pelo por el módico
precio de quince pesos, regresando después a Santa Celia.
Hicimos raid hasta San Ramón. El raid es
el "deporte" nacional de este país, con variado éxito en su
consecución. De San Ramón caminamos como unos cinco kilómetros andando en
dirección a Yúcul, hasta las ocho y cuarto de la noche, cruzándonos con los
coordinadores de ANDEN que estaban de fiesta. Sobre esa hora pasó uno de San
Ramón que tiene un establecimiento colindante con la sede de ANDEN, en
dirección contraria, y nos advirtió que era peligroso andar a esas horas por el
campo, y nos ofreció su casa, regresando a San Ramón.
Mientras tomábamos el fresco a la puerta
de la casa que me serviría de hospedaje por segunda vez en San Ramón; -la
primera fue a finales de marzo en casa de Lilí-; llegó Lino, un campesino de la
hacienda Santa Celia, que nos comunicó que había estado Amalia (de la Juventud Sandinista de
San Ramón) en la hacienda, a advertir a las brigadistas que iban a disolver el
grupo por indisciplina. Para finalizar la jornada nos duchamos y sobre la una
de la madrugada nos pusimos en los brazos de Morfeo.
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