Domingo,
1 de junio de 1980
Esta mañana he estado trabajando en el
control quincenal de las UAS.
Como presentía, la sesión del pasado
jueves no sería la única y hoy se ha puesto de manifiesto. Llegaron sobre las
doce Pepe y Luis, de Yúcul y tras comer, estuvimos en el beneficio haciendo
otra sesión con la tabla ouija Patricia, Julia y yo, pues Paco y Marta no
están, tampoco Luz Marina, pero ésta no jugó el otro día; bajaron esta mañana a
Matagalpa con las mamás de Luz Marina y de Marta. Pepe y Luis estuvieron de
testigos, pues Luis no se creía que la copa se moviera.
En mi opinión, la sesión estuvo un poco
deslucida, en el beneficio, a la luz del día y la lentitud de los movimientos
no convenció en absoluto a Luis. Pepe andaba a rachas de creerse y no creerse
que la copa se moviera por su cuenta sin que nosotros la empujáramos.
El espíritu no era maligno, era una mujer
nica que llevaba dieciocho años muerta y en vida se llamó Esmeralda. Entre las
respuestas a nuestras preguntas destacó que Luis no creía “porque no pone el
dedo y cree que vos la movéis y es mentira”.
Tras la sesión, Patricia, Julia y yo
acompañamos a Pepe y Luis hasta el portón de la entrada en el término de Santa
Celia, en el límite con Bavaria, regresando sobre las seis de la tarde.
El día, por otra parte, ha sido movido en
el sentido de peligrosidad. Ha venido un tipo extraño, de El Horno en opinión
de Amanda, la cocinera; y también se han presentado tres tipos armados a los
que han andado persiguiendo los milicianos. No sé si serían miembros de la
contra o qué. El caso es que por hache o por be todavía no he hecho el Informe
de ANDEN.
Rosa se ha ido a Managua, y ni Paco, ni
Luz Marina ni Marta han venido.
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