Sábado,
24 de mayo de 1980
Esta mañana he bajado a San Ramón con
Marta, Patricia y Zenayda, la brigadista nueva. A ésta la estaba esperando su
mamá y en la Comisión le dieron ocho días de permiso; Patricia recibió un
telegrama en el que le decían que se quedara hasta que se llegara aquí su
familia; y Marta fue a dar informe de la indisciplina de Ada y de Rosa, informe
que para la buena marcha sociopedagógica de la hacienda hube de corroborar yo a
Lolita. Me dijeron que vendrían mañana domingo. Como siempre, ya veremos.
En Yúcul me había dicho Ana Rosa que el
lunes y martes próximos teníamos que quedarnos en San Ramón, para participar en
una asamblea continua, por lo que en San Ramón quedé con Pedro que iríamos a la
casa que los españoles han alquilado en San Ramón. Regresamos pronto y trajimos
a la abuelita de Julia que había venido a ver a ésta. Sobre las doce y media
del mediodía llegamos a Los Pinares, donde dejamos a la abuelita de Julia, y
subimos a Santa Celia Marta, Patricia y yo. Nada más llegar a la hacienda di
permiso a Julia y a Ruth para que bajaran a Los Pinares y se pudieran quedar a
dormir allí. En Santa Celia sobre las cuatro y media hicimos una breve reunión
para que hicieran el control de asistencia, y después de cenar, sobre las siete
y media, estuvieron ensayando el sociodrama que habían planeado por la mañana
para representarlo inicialmente el lunes, pero que se tendrá que retrasar
debido a nuestra ausencia, pues ya he dicho que me anunció Ana Rosa que
deberíamos asistir a la reunión de San Ramón.
Durante la ducha debí de coger frío, por
lo que como me sintiera enfermo me fui a la cama.
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