miércoles, 9 de mayo de 2012

TOMÁS BORGE: IN MEMORIAM (2)




Como continuación a la memoria de Tomás Borge, recopilo un chiste de Pepito, que en España sería Jaimito, extraído de “La paciente impaciencia”, su libro de memorias; capítulo 35, al final del apartado 2.


“Sólo ocho días después, Juan José Ubeda pudo ponerle fin al de Pepito que, según dicen, también fue muy celebrado. Cuando estábamos juntos –eso de que ya estábamos juntos es otro capítulo— Juan José nos contó el chiste: La maestra, joven, ingenua, es decir, piernuda, con eterna cara sorprendida, pregunta:
—Rodolfo, cuando usted sea grande, ¿qué le gustaría ser?
—Ingeniero, maestra.
—Muy bien, lo felicito. Es una profesión de grandes rascacielos, quiero decir de grandes perspectivas.
—¿Y usted, Edgar?
—Médico, maestra.
—Ya lo sabía, usted es un niño sensible; quiere decir que usted hará operaciones, sacará apéndices, cortará piernas trituradas. ¿Tiene la misma vocación que la esposa del Chiri Guzmán?
—No, eso me da asco, maestra. Sólo voy a recetar antihistamínicos, antibióticos de amplio espectro, antipiréticos.
Edgar Lang le pregunta a Juan José qué tiene eso de chistoso y cómo un niño va a saber qué hijueputa quiere decir amplio espectro y antipirético.
-Esperate, tené paciencia —responde Juan José, que empieza a reírse. Y pide un poco de café.
—¿Sin azúcar?
—¿Y usted, Pepito? —interroga la maestra poniendo un codo sobre la mesa, mirando con simpatía al pícaro, famoso, incorregible...
—Apurate —dice Rodolfo Amador. La maestra se impacienta por la interrupción y se pasa la mano por el cabello.
—Yo, maestra —y Juan José arrastra las palabras— quiero ser la tarde.
La maestra y nosotros miramos desconcertados a Pepito.
—¿La tarde? ¿Quiere decir que usted escribirá poemas respetuosos o pintará el arcoiris?
—¡Apurate... no jodás! —dice impaciente Roberto (Pirica) Mc Ewan, viendo tiriciento a la maestra y a Juan José.
—...tal vez lo que pretende es pintar en una tela el sol cuando se oculta.
—No, maestra. No quiero ser poeta, ni pintor; quiero, es simple, ser...
—¿Y qué quiere ser, entonces? —explota la maestra y hasta Marcio, que nunca habla.
—Ya le dije: la tarde.
—¡Explíquese! —La maestra está en guardia.
—¡Ah! Es que cuando usted, maestra, viene retrasada a impartir sus clases, siempre dice: Perdonen, muchachos, que me cogió la tarde.


Tomás Borge: La paciente impaciencia


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