viernes, 9 de noviembre de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DE NOCHE AL HOSPITAL




Jueves, 19 de junio de 1980

Hemos pasado la mañana escribiendo a nuestros amigos de España. Por la tarde fui a supervisar a las brigadistas, y ver que tal respondieron los campesinos al llamado de ayer. Solo regular. Han venido algunos, pero deben venir más. Xiomara tiene seis; Socorro, siete; Ruth, cuatro; y Ricardo, seis por la tarde. En total me parece que debe de haber treinta y dos, pero debemos recuperar algunos más.
En otro orden de cosas, mientras supervisaba a Ruth me picó una pulga que me ha puesto bueno el brazo izquierdo. Al contrario que ayer y anteayer que relativamente hizo buen tiempo, hoy ha llovido toda la tarde. Paco aun lloviendo ha ido a Santa Marta. Socorro se ha puesto enferma; y yo, como mandan los cánones, no he hecho hoy absolutamente nada, sino perder un día, pero ya pasó. Y es grave que me contagie de la abulia campesina, del cansancio y de la pesadez de la climatología. Ni siquiera he vuelto a escribir en siete días nada sobre “Vivencias nicas”; en definitiva, que caemos en un insano conformismo con el devenir de los acontecimientos; en una insana rutina.
Aunque Socorro se puso enferma antes de las siete de la noche, hubieron de dar las diez de la noche para que Julia, Danilo, Xiomara y yo la lleváramos al hospital. Socorro quedó en el hospital y Julia, Xiomara, Danilo y yo fuimos a dormir a casa de los coordinadores, que ya estaban en la cama, y Jesús hubo de tirarme la llave por la ventana. Eran cerca de las doce de la noche.

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