miércoles, 7 de noviembre de 2012

DIARIO DE UN BRIGADISTA: DESERCIONES DEL CAMPESINADO




Miércoles, 18 de junio de 1980

Esta mañana he arreglado y ordenado el cajón que destinamos a material didáctico.
Por la tarde he estado supervisando las UAS de Santa Celia, excepto la de Ruth, que no ha podido dar clases por falta de alumnos.
El tira y afloja del mes pasado en orden a la indisciplina; y los constantes roces con las brigadistas por esta causa, influyeron en el desarrollo pedagógico; un sector de brigadistas trasladaban su actitud en las aulas, y el campesino sufría las consecuencias. Porque si no tenían ya de por si suficiente fuerza de voluntad, el esfuerzo intelectual que se le incitaba a desarrollar, sin aparente razón de ser positiva, era motivo para desertar de las aulas. Si por las brigadistas no había estímulo para atraerlos hacia las aulas, éstas, bien se ve, han llegado literalmente a quedarse vacías. Esperemos que solo por hoy.
Sobre las seis de la tarde, cuando regresaron de Santa Marta, hubimos de improvisar un discurso Marta y yo en el campamento de Santa Celia para concienciar a la gente de que debe de venir a clase; veremos que tal responde.
Por la noche hubo reunión, que trató de la investigación militante, de las pruebas iniciales que rogué el lunes, y de crítica y autocrítica.
Tras la cena estuve hablando con Paco, Danilo y Marta sobre el vudú, pero sobre las diez me fui a la cama. Paco no sé a qué hora se acostaría, pues no le sentí acostarse.

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