2
de marzo de 1980
"Y yo me iré"
(Juan Ramón Jiménez: El viaje definitivo)
EL
VIAJE
El viaje transcurrió con el único
sobresalto de ascender a la una y veinte de la madrugada desde el suelo a diez
mil metros de altura, pero incluso éste estaba previsto. Tras largas horas de
vuelo, amparados en la noche, tomamos tierra, sobre las once menos cuarto de la
mañana, hora española, en Santo Domingo, escala de Colón en sus tres últimos
viajes a América. En la plenitud de la noche no divisé el mar, aunque lo sentía
a muy escasos metros de mí. Y sin embargo, algo distinto, presagio de lo
venidero, llegó. Eran las cuatro de la madrugada, hora local, y el ambiente era
húmedo, pero cálido. Un calor pesado y pegajoso por la humedad que aplanaba el
cuerpo, no en balde estábamos a unos veintitrés grados y a ras del nivel del
mar.
Nuestro pájaro de acero debía de repostar
la energía consumida y una hora visitando los escaparates de las tiendas del
aeropuerto fue lo que duró nuestra estancia en esta isla de escala hacia el
continente.
Una vez que el avión hubo desayunado su
esencia, cuando nosotros ya habíamos repuesto nuestros cuerpos un par de veces,
volvimos a ascender a las alturas para aterrizar, tras doce horas, en un nuevo
continente. A esa hora se estaría tomando el vermú dominical y preparando la
comida varios miles de kilómetros hacia el este.
DIARIO
DE UN BRIGADISTA
2
de marzo de 1980 en Nicaragua
Dentro del recinto internacional del aeropuerto
fuimos recibidos por el Embajador de España en Nicaragua y diversas
personalidades, y luego, ya en territorio nicaragüense, por una delegación
andenista. Cubrimos los trámites reglamentarios de pasaportes, visados y demás,
que en mi caso concreto transcurrió sin novedad, y después de las entrevistas a
algunos compañeros, por los periodistas, y las fotos de rigor, se nos trasladó
al cercano Hotel Camino Real. La aventura americana estaba en marcha.
Escala en Santo Domingo. (02-03-1980) |
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