ESCENAS DEL AÑO DE LAS LLUVIAS
Pepa,
su ama, despierta a esa hora en la ancha cama que ahora ocupa ella sola. A
Manolo, su marido, le mataron en la guerra. Joven aún, Pepa encuentra el lecho
ancho, triste y frío. No obstante se levanta, se acerca a la cama de las dos
niñitas, ya huérfanas, las deposita sendos besos, las abriga bien hasta la
cabecita y sale al corral. Ya en éste descorre la clavija de la puerta trasera
para cuando llegue Lesmes a darle agua al ganado y entra nuevamente en la casa
hacia la cocina. Prepara el almuerzo -torrezno, chorizo y pan duro-, lo mete en
la cesta y se dirige a la huerta del Naciente, donde Diógenes ya había uncido
la burra, la cabeza cubierta con un saco, al palo que elevaba los arcaduces de
la noria.
Lesmes
suelta el ganado del establo para que ellos solos se acerquen a la pila situada
contra una pared del corral, y se paseen un poco por el mismo. Mientras, él
apaja los pesebres, y después, cuévano al hombro, va al pajero de rebaños que
dejó en la era para camas. Los tiempos no vienen buenos y no se puede malgastar
la paja buena para acamar el ganado. Cuévano tras cuévano, Lesmes limpia el
jergón de los bueyes, que después se hará curtida basura. Trae también un medio
cuévano de paja garrobaza para la lumbre (la blanca se consume antes y ha de
durar todo el día), en la que el ama Pepa atizará después el puchero: un poco
de caldo con lentejas o garbanzos por variar, y si viene el caso, caldo sólo.
Con un poco de pan saldrán unas sabrosísimas sopas de ajo, plato tradicional de
este pueblo.
Lesmes
saborea con fruición, ya en su casa, el torrezno y el huevo que le ha preparado
la Macaria. Y
vuelve a casa del ama Pepa en busca del arpón y la brienda. El jueves es feria
en Salamanca y hay que tener traspaleado el basurero para no perder comba. Y no
porque piense ir el jueves a los toros, "la vida está muy cara para el
jornal de mierda que ganamos", opina, sino porque hay que ir después a
aguzar las rejas a la fragua de Andrés e ir preparando la de la laguna de las
Gruesas: "que la quiero sembrar pronto, antes que llueva fuerte y luego no
hay quién entre", dice.
Boleras,
que este año va a estar en casa del tío Juan Antonio, ya llevaba dos cueradas
traspaleadas cuando llegó Lesmes, brienda y arpón al hombro. Tienen sus amos
los muladares vecinos. Se había producido días antes un sonado robo de gallinas
a la guardia de Pedroso, dejando sólo a un gallo, con el misterio de quién
pudiera haber sido su autor, y sobre éste y otros temas, Lesmes y Boleras echan
un parrafito para descansar.
Muladar |
Continuará...
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