Lunes,
21 de abril de 1980
Esta mañana fuimos al Banco a sacar
seiscientos córdobas que nos ha prestado el Jefe de Misión hasta que nos llegue
el dinero del mes de abril. Estamos, pues, en los comienzos de un déficit
monetario que esperamos no sea crónico.
Compramos algunas cosas y en el bus de
las diez fuimos a San Ramón donde estuvimos hasta cerca de las doce.
En San Ramón se nos unió Cándida que
regresaba del permiso oficial que obtuvo, cargamos el material que recogimos en
San Ramón y nos regresamos a Santa Celia. Intentamos subir la cuesta de Yúcul y
nos dimos cuenta exacta de la situación. Varias pizarras de madera de poco
peso, pero molestas de llevar, un saco de leche en polvo de cincuenta kilos,
que nos recordó nuestros tiempos de escolar, una sandía de no menos de once
kilos, cartillas y otro material escolar y alimenticio aparte de la mochila de
Cándida era el equipaje que debíamos de llevar entre la propia Cándida, Paco y
yo. Desde Los Pinares, -hasta allí fuimos en camioneta-, iniciamos la
ascensión. En la primera fase no se subió nada de bien; después ideamos el
sistema de parihuelas para llevar la carga. Dos ramas que encontramos cortadas
entre la frondosa vegetación tropical quedaron unidas por el cinturón de Paco.
Encima pusimos las pizarras de madera, y encima de ellas el resto de la carga,
saco de leche y sandía incluidas. Los inicios de esta segunda fase lo recibimos
con alivio de la carga al quedar más repartida y avanzamos bastante; sin
embargo la cuesta se empinaba cada vez más y las paradas eran cada vez más
frecuentes. Al llegar hacia la mitad de la misma, hicimos un alto y no nos
levantamos ya. Cándida estaba agotada y nosotros no lo estábamos menos.
Afortunadamente pasó un miliciano que acudió a Santa Celia en busca de dos
mulos para trasladar la carga. En el lugar permanecimos cerca de dos horas
contándole a Cándida anécdotas de España y recogiendo impresiones de Nicaragua
y sus gentes. También cantando nuevas tonadillas populares ("Madre si
tienes un hijo y quieres que se te muera, mándalo pa Nicaragua sin dinero en la cartera" o bien "que suba la
cuesta Yúcul cargado con parihuelas", debido a la tragicómica situación).
Finalmente, cuando dábamos fin al cargamento de un mulo apareció por el recodo
de la cuesta un camión del INRA (Instituto Nicaragüense de Reforma Agraria).
Volvimos a descargar el mulo y cargamos todo en el camión, nosotros incluidos.
A los mulos los arrearon los campesinos y llegaron antes que nosotros a la
hacienda.
Así fue como descubrimos la cuesta de
Yúcul.
Cuando llegamos a la hacienda nos
encontramos con una nueva brigadista, Xiomara, compañera de las trasladadas
desde El Sabalete, a la que ya le habíamos destinado alfabetizandos. Luego por
la noche, ya en Santa Celia, hicimos una reunión.
Pinolero, me pregunto si todos estos capítulos, que vas dejando del dirario, los tienes ya recopilados y publicados en un libro, aparte de irlos dando a conocer en el blog.
ResponderEliminarY también si no piensas regresar a Nicaragua, o por e contrario lo haces regularmente.
En fin curiosidad,pero sana eh?
Besos.
Hola, Asun, encantado de satisfacer tu sana curiosidad. Te cuento: En la Cruzada Nacional de Alfabetización de Nicaragua de 1980 llevé un Diario durante los seis meses que duró.
EliminarEntre 1981 y 1984, en base a ese Diario, con la memoria fresca y otros apuntes, redacté un borrador de libro, pero no he publicado nada. Los capítulos que publico en el blog están extraídos de ese libro inédito.
A Nicaragua regresé en 1986, estuve tres meses más que me dieron para otro Diario, y desde entonces no he vuelto, aunque mantengo el contacto con la familia que me acogió a nuestra llegada.
En cuanto a regresar… ¡ay!, de momento sólo en sueños; aunque me consta que algunos de mis compañeros de entonces son asiduos del puente aéreo Madrid Managua.
Para saber cómo pensamos en la actualidad, te recomiendo la lectura o relectura de la entrada del 23 de abril, "Historia de 55 locos".
Un beso
Se me olvidó ponerte unas palabras dándote las gracias, por responder. Lo cierto es que una experiencia así marca para siempre, y nunca se olvida. Me alegro de que la compartas.
ResponderEliminarBesos.